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𝑁𝑎𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑂𝑚𝑖𝑠𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒
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— No —.el de cabello petróleo le da la espalda y se dirige por detrás de los muebles, donde está su caldera. El aroma picoso asciende, dando a entender que su paciencia se encuentra al límite.
— ¿¡Por qué no!? —.el rubio le frustra saber que su compañero no se digna a irse.
— No dejaré mi hogar por nada del mundo —.abre un libro, buscando una página para seguir intentando realizar la poción que su madre ocupaba para fertilizar las violetas de cierto modo para convertirlas en un componente especial para otras pociones de otro grado. Pero la cantidad de fertilizante especial a ocupar sobre la flor es un misterio.
— Te llevaré fuera de éste territorio, hay varios pueblos que no llaman la atención, ellos saben que estás por estos lados. Buscaremos juntos algún un pueblo dentro del bosque. Nunca vigilan aquellas áreas, es seguro —.el rubio intenta de persuadir al pecoso, quien emite un suspiro.
— No lo haré, debería de respetar mi opinión y decisión —.el alfa se tensa más, teniendo ganas de destruir algo para satisfacer su intranquilidad.
— Cuando las cosas se calmen, volverás aquí —.busca solucion tras solución, pero nada le va a su favor.
— Si, pero quizás las cosas se calmarán después de meses y no serviría de nada irme ahora de casa siendo que los soldados demoren días en llegar aquí, no dejaré mi hogar solo para esconderme como siempre lo hago. Aprecio su preocupación pero mi respuesta sigue siendo no —.agarra ingredientes mientras lee y murmura las instrucciones de la página.— ¿Viene a comprar algo? Si no compra o realiza un pedido, le pido con todo respeto que se marche, la tienda está cerrada —.La mano tosca del príncipe interrumpe la lectura del omega, posándose sobre la hoja escrita. Sus miradas se conectaron provocando un momento o espacio solo para los dos.
Es inexplicable aquella conexión, una sensación como si los conectara un fino hilo de corazón a corazón, sintiendo las emociones del otro. Inconscientemente liberan feromonas seguido de unos cosquilleos en el pecho y los latidos acelerados, sienten como sus rostros se enrojecen lentamente y desvían la mirada. Seccal mira la escena confundido, no sabía que había ocurrido; hace unos segundos estaban discutiendo y ahora están avergonzados.
— ... Incluso si acepto, dudo que pase desapercibido junto a un omega al lado suyo —.
— Me colocaré mi capucha —.el omega niega sacando la mano del rubio de la página por leer.— no reconocen tu rostro, nadie sabe como eres realmente.
