Capitulo XVI

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24 de diciembre, noche buena, una noche antes de la Navidad.

El cielo nocturno estaba bañado de brillantes y hermosas estrellas, mientras caminaba sus ojos se enfocaron en ellas, admirando y apreciando la luz que emitían. Regresó su vista al frente de su camino, abrió su boca y de esta salió vapor debido al clima frío de esa temporada.

Caminó, no faltaba mucho para llegar a la casa de la familia Tsukishima.

Hace casi un mes, Akiteru, el hermano mayor de Tsukki, le preguntó que si no le gustaría cenar en noche buena junto a ellos, por un momento pensó en no hacerlo, pero fue muy corto, ya que en verdad quería verlos y pasar el tiempo con ellos como cuando era niño. Además de que, de una u otra forma no quería estar solo, al menos ese día, ir con su familia no era una opción.

Reconoció la casa de los rubios de inmediato, al hacerlo aceleró un poco el paso y es que, de alguna forma u otra y el hecho de pensar que volvería a poner un pie en aquella vivienda lo hacía sentir feliz, y en demasía, después de todo, aquella fue como su segunda casa, los Tsukishima fueron su familia, le extendieron los brazos y lo dejaron unirse a ella, sus mejillas se sonrosaron un poco debido a la serotonina que su cerebro producía.

Se sentía como un niño pequeño volviendo a su hogar luego de haber tenido un gran día en la escuela. Siguió caminando mirando a los alrededores, aquella zona no había cambiado en casi nada.

Continúo y al poco rato llegó a la casa, aún no llegaba como tal, puesto que al estar frente a ella se topó con el pequeño portón que esta tenía. Para llegar a la puerta de entrada debías pasar por el portón primero, no era muy alto, tampoco bajo, además de que estaba cerrado. Tadashi se le quedó viendo y a los segundos abrió el portón adentrándose al patio frontal de la casa, giró y volvió a cerrar el mismo. No, no tenía llave para abrirlo, pero no las necesitaba de todas formas, aquel portón tenía su truco, y si lo sabías podías entrar si problemas.

Años de pijamadas y visitas no fueron en vano.

Caminó hasta la puerta y al estar frente a ella dió unos cuantos golpes esperando a que le abrieran. Pasados unos minutos escuchó como parecían quitar el seguro de la misma.

– Ah, eres tú Tadashi. – Dijo Akiteru, quien parecía que le habían quitado un peso de encima.

– Lo siento, debí tocar el timbre. – En la casa de los Tsukishima, en la entrada además del pequeño portón, se encontraba un timbre a un lado, para de esa forma avisarle a alguno de los miembros que había alguien en la entrada. Los únicos que no lo hacían, o más bien, no lo necesitaban eran la misma familia ya que ellos tenían las llaves y/o aquellos que conocieran el truco, o forzaran para abrir, como Tadashi.

O un extraño.

O un ladrón.

– Tranquilo. Pasa, estás en tu casa. – Abrió más la puerta haciéndose a un lado para que el pecoso pasará.

Al entrar se topó con el pequeño recibidor que tenía la casa, dejó sus zapatos y los cambio por una pantuflas, al hacerlo fue detrás de Akiteru, iban hacia la sala.

Pasaron por la puerta y llegaron así a la sala de estar, dónde también se hallaba el comedor, o bueno, la mesa. Giró hacia un lado y vio el pino de navidad, el cual estaba perfectamente decorado, dejo salir una risita debido a una anécdota que tuvo con el mismo. No era la gran cosa, solo que en una ocasión termino quebrando una caja de esferas, le dió mucho miedo, acompañado de arrepentimiento cuando sucedió, pero ahora le daba risa.

– ¿Tada-chan? –

Volteó a ver, solo una persona le llamaba así. – Yuki. Yukie salía de la cocina. – ¿Qué haces aquí? Creí que pasarías navidad en casa. – Cuestionó. Sus pensamientos se pusieron pesados, tratando de ponerse en su contra, pero no los dejo.

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