Capitulo V

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El tiempo pasaba como las hojas con el viento, y durante ese lapso Tsukishima se dió cuenta de algo, y eso era que Yamaguchi lo estaba evitando.

No lo hacía de forma tan literal, pero lo sentía distante, en diversas ocasiones trato de hablar con él y lo habría hecho si no fuese porque Hinata y Kageyama (incluso Yachi), le impedían hacerlo. Era imposible no notar eso, ya que de un día para otro esos tres se le comenzaban a pegar como chicle al pecoso, algo que en verdad le desagradaba.

¿Dónde está tu hermana? La práctica ya había terminado, y se estaban dirigiendo a casa, y como ya era costumbre, Shoyo estaba con ellos

– Se fue con una amiga.

– Ya veo. Últimamente el pelinaranja tenía la costumbre de acompañarlos en el camino, especialmente si Yukie no están con ellos. Por cierto, Yamaguchi. El nombrado volteó a verle, y de nuevo una plática entre ambos comenzó, el rubio solo escuchaba unos pasos por delante.

•°•

Caminaba entre las calles, con una papel en la mano y una bolsa en la otra, Tadashi había ido al centro para realizar unas compras y de paso completar la alacena, a petición de su madre.

No era tarde, el cielo apenas se comenzaba a teñir de anaranjado "Como Hinata" pensó mientras veía el cielo, soltó una risita y comenzó a dirigirse a su siguiente destino. Llegó a dicho lugar y tras unos minutos salió de ahí con una bolsa extra, retomó pasó ahora hacia la estación, todas las compras estaban hechas, incluyendo las de la alacena, así que ya podía irse además, pronto iba a oscurecer.

Llegó a un parque, entonces supo que pronto llegaría a la estación. Tomó el papel donde estaba la lista y la ojeo a su vez que volvía a checar las bolsas, tenía todo, soltó un suspiro para pocos segundos después sentir el peso de las bolsas aligerarse y una pequeña punzada en el hombro.

Había chocado con alguien.

–¡Cuanto lo siento! – Exclamó tan pronto volvió en si. – Iba distraído. – Vio el suelo, algunas cosas estaban dispersas se agachó para recogerlas.

– No te preocupes, ya también iba distraída. Se disculpó la mujer. Deja que te ayude. Dicho eso hizo lo mismo que el pecoso.

N-no tiene que hacerlo. Por alguna razón se sentía extraño.

– Para nada, déjame ayudarte. Le resultaba familiar. – Aquí tienes.

Giró y la vió, es figura, esos ojos iguales a los suyos eran inconfundibles, sintió el aire irse y volver deprisa para solo poder soltar una palabra. Mamá..?

...Tadashi..?


°•°

Ahí estaban, sentados uno frente al otro en una cafetería cercana, las compras a un lado y una taza de café junto a un muffin sobre la mesa. No quería ser descortés, después de todo nunca lo educaron de esa forma, y por ello fue que aceptó la invitación de su mamá para ir a tomar algo, solo por eso. Se sentía nervioso.

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