Capitulo VII

559 89 23
                                    

Caminaba con paso tranquilo y sin ningún tipo de prisa. Veía de reojo las tiendas, las luces que iluminaban el lugar debido a la ausencia de luz solar, detuvo su andar frente a una parada de autobús, miro su celular y notó que aún faltaban quince minutos, suspiro para si y guardó el dispositivo en el bolsillo izquierdo de su chamarra.

Estuvo un tiempo ahí, esperando, sacó su teléfono nuevamente, para que así el tiempo pasará más rápido. – Hola. Lamento haberte hecho esperar. – Una mujer de cabello negro se le había acercado. Apartó la vista del aparato, posando la en la recién llegada.

– No te preocupes mamá, yo debería disculparme, seguramente estabas muy ocupada y te distraje en medio de tu trabajo. –

– Tranquilo, no es nada de eso. – Revisó la hora en su reloj. – Bueno, que te parece si vamos a un lugar más tranquilo antes de que se haga más tarde, ya sabes, para hablar. – Tadashi asintió, ambos caminaron, alejándose así de su punto de reunión. Tras unos minutos llegaron a una cafetería, la misma dónde anteriormente habían estado, entraron dirigiéndose a una mesa un tanto alejada de las demás, ordenaron algo del lugar para así evitar cualquier tipo de problema. – Bien, ¿Cómo has estado? – Dejo su taza sobre la mesa.

– He estado bien. – Tras decir eso se quedó callado durante varios minutos.

– No te voy a presionar. – Fue lo único que dijo dándole otro sorbo a su café. – Pero, creo saber porque me llamaste. – Hizo una pausa para mirarle. – Así que puedes contarme lo que quieras, y si no, está bien. – Dejo la taza otra vez.

Bajó la vista ante aquello, puesto que la azabache tenía razón.

Se quedaron en silencio durante un rato considerable, ninguno dijo nada solo se quedaron escuchando los murmullos y ruidos externos. Daban sorbos a sus bebidas, comían pequeños bocados de sus alimentos, no sabían cómo guiar la conversación.

– Ese chico. – Habló tras un largo rato rompiendo de esa forma el silencio. Tadashi elevó la vista para verle. – Tú amigo, este. – Su expresión indicaba que trataba de recordar algo.

– ¿Amigo? – La mujer asintió. Tenía una vaga idea, pero no quería pensarlo. – Hablas de... ¿Tsukki? –

– Si, ese niño. – El otro se quedó en silencio. – ¿Cómo ha estado? Siguen siendo amigos ¿No? – Cuestionó al sentir el ambiente que había entre ambos.

Asintió llevándose un pedazo de pastel a la boca. La mujer soltó un ligero, y casi imperceptible, suspiro. – Él está bien, muy bien. – Dejo el cubierto antes utilizado. – Seguimos siendo amigos. – Al decir eso se sintió un poco extraño..?

– Eso es bueno. – Un silencio se hizo presente otra vez, pero no duró mas que segundos. – Recuerdo que solía visitarte seguido, y viceversa. – Mantenía su bebida en las manos. – Resulta agradable que sigan juntos. – Alejó su taza poniéndola en la mesa. – Me alegra saber que había y hay, alguien a tu lado. – Le sonrió. Nunca se involucró mucho en la infancia de su hijo, y actualmente se arrepentía de ello, vio al chico crecer, más no lo presenció, incluso los abandonó y ahora; ahora aquel niño era un joven realmente encantador, educado y con modales, ella nunca podría haberle enseñado aquello, y fue por eso que se dió cuenta de todo lo que perdió. – Buen niño. – Miró por la ventana que había a su costado.

El pecoso no pronunció palabra alguna durante ese tiempo, y tampoco durante el siguiente. Quería despejar su mente y olvidar a Tsukki por un momento, quería olvidarse de aquello que lo hería de cierta forma pero, es plática no lo ayudo por obvias razones, ya que le hizo recordarlo, no solo a él, si no a todo lo que vivió a su lado, todo lo que lo había cautivado. Y eso, en parte le ayudo a recordar el motivo por el cual quería ver a su mamá.

• Unidos •Where stories live. Discover now