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Helo florecillas hermosas!!! He subido capítulo doble, así que si no has leído el anterior ¡¡Corre!!

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Hice lo que me pedía que hiciera, mientras comprobaba que él no dejaba de observarme atentamente. Cuando aquel líquido de color rojo oscuro permaneció un instante en mi boca, sentí la fusión explosionar de todos aquellos sabores y olores juntos. Esta vez no me parecía tan repulsivo u odioso, sino todo lo contrario, estaba disfrutando plenamente de la exquisitez con la que me embriagaban.

Cuando lo tragué solo permanecía un pensamiento en mi mente; quería más.

—Por tu expresión diría que ahora sí te gusta —mencionó antes de que pudiera decir mi cambio de opinión.

—Es agradable —dije volviendo a coger la copa y dar un sorbo un poco más grande.

Conforme la cena avanzaba sentía que me teletransportaba a una nube. Declan hablaba del mundo y de como había cambiado. Mencionó algunos de sus pasatiempos aparte del trabajo y de que apenas le quedaba tiempo para ello por cuidar de la pequeña, pero que posiblemente ahora que yo estaba junto a ellos podría compartirlos conmigo. Al parecer era un amante de la navegación, pero llevaba muchos años sin pisar el mar. También le gustaba jugar al ajedrez, pero llevaba años sin poder hacerlo por no tener con quien, incluso dijo que me enseñaría para recuperar ese hábito. Mientras avanzaba el tiempo, empecé a comprobar que lejos de haberme buscado otro lugar en el que estar, no dejaba de incluirme en sus vidas, como si hubiera aceptado que me quedaría junto a ellos.

¿No debía reprochar esa idea?, Yo tendría que marcharme dentro de poco y sin embargo dentro de mi existía una especie de contradicción al querer permanecer allí un poco más. Era como si quisiera descubrir algo, como si tuviera que encontrar algo en mi misma que solo lo haría estando en aquel lugar.

—¿Te ha gustado? —preguntó levantándose mientras cogía mi plato.

¿Por qué no me ordenaba retirar a mi la mesa?, ¿Por qué lo hacía todo él? Si me iba a utilizar como criada y niñera no entendía porque no simplemente daba una orden mientras él permanecía sentado.

—Si. Era suculento. Exquisito. Extraordinario —De pronto me callé.

¿Qué me estaba pasando?, ¿Por qué hablaba así?

Declan sonrió pero no dijo nada más, solo se alejó con los platos y volvió con lo que parecía ser una fuente de la que destapó algo que olía a las mil maravillas.

—Tendremos que compartirlo —dijo acercando su silla junto a mi para colocarse a mi lado.

Su cercanía me puso nerviosa. Sentía mi piel en punta y no porque tuviera frío, sino porque sabía que él estaba demasiado cerca.

Me centré en el dulce que había traído, era chocolate y conforme la cuchara lo cortaba crujía deshaciéndose para que, una vez en la boca se derritiera hasta el alma.

Un gemido de placer se escapó de mi garganta y prácticamente fue inevitable que lo hiciera. ¿Qué demonios me ocurría?, ¿Por qué era incapaz de controlar mis sentidos?

De pronto sentí calor en mi pierna desnuda, era su mano, por alguna razón me estaba acariciando y comencé a sentir un nudo en la garganta. Le miré y vi aquellos ojos grises tan brillantes observándome.

Tenía miedo. Tenía un miedo atroz de no ser capaz de refrenar mis actos.

¿Por qué sentía aquel calor?, ¿Por qué mi cuerpo estaba tan fuera de sí? No comprendía nada. No sabía porqué tenía aquel entumecimiento de sentidos. ¿Es que finalmente me haría efecto el Azambar?, ¿Tal vez tendría efectos retardados?

—¿Me responderás que no si te pido que me beses? —inquirió acercándose lentamente.

—No... —susurré casi en un aullido.

—¿No? —exclamó depositando un beso en la comisura de mis labios y no lo soporté más, tuve que cerrar los ojos ante aquel contacto. Mi propio cuerpo se inclinó hacia delante buscándole, como si tuviera vida propia—. Puedes negarte si lo deseas. Puedes rechazarme si ese es tu deseo, pero voy a besarte de igual modo porque no puedo soportar un instante más no hacerlo.

Sus labios se fusionaron con los míos y jadeé ante su contacto. Era como si algo en mi interior comenzase a arder con fulgor. Antes de darme cuenta estaba respondiendo a ese beso, dejando que mis labios actuasen con mi vida propia e incluso colocando mis manos sobre su cuello para fomentar de ese modo aquel beso.

No sabía porqué lo hacía, ni la razón del porqué no podía controlarlo, pero no podía negar con toda mi conciencia que disfrutaba de aquello.

Con un movimiento sentí como me apresaba de la cintura y me colocaba en su regazo. Podía sentir su cuerpo bajo la ropa mientras sus manos recorrían mi desnudez sin dejar de besarme la boca. Su lengua jugaba con la mía provocándome un suculento sin sentir que me incitaba a pegarme a él como si quisiera meterme en su piel. Necesitaba su contacto. Por increíble que resultara de creer anhelaba fervientemente sentirle como si mi vida dependiera de ello.

¿Qué me sucedía?, ¿Por qué no controlaba mis sentidos?

Sentí como abandonaba mi boca y comenzaba a besar mi garganta mientras sus manos subían por mi cintura hasta apresar mis pechos.

Jadeé de puro placer conforme me dejaba tocar. No sabía porqué mi cuerpo se sentía de ese modo cuando lo tocaba de esa forma, pero necesitaba saber más. Quería más.

La prenda superior que llevaba se volatilizó en un segundo y sentí como su boca apresaba uno de mis pechos succionándolo con vehemencia. Aquello era colosal, inaudito y exquisitamente placentero.

Sin saber porqué comencé a moverme sobre él, como si un instinto de posesión me dominara y mis movimientos me hicieran sentir que me elevaban hacia un lugar desconocido. Fue entonces cuando percibí que sus manos se dirigían hacia mis nalgas y me alzó en el aire sin soltarme conforme se levantaba de su asiento. Instintivamente me aferré a él por los hombros para no caerme, fue entonces cuando comprendí que caminaba. No sabía hacia donde se dirigía, en realidad no me importaba, yo solo quería dejar que aquel fuego que impregnaba en mi interior me abrasara.

Necesitaba más. Quería más. Notaba como mi cuerpo luchaba internamente por sentir más.

—Necesito hacerte mía —susurró a mi oído conforme sentía su cuerpo sobre el mío—, Y tengo que saber si tú lo aceptas.

¿Qué se suponía que debía aceptar? Ya era de él.

—Soy tuya —susurré como si eso fuera un hecho.

Él me había comprado y aunque no lo hiciera con plenas facultades puesto que había sido su hermano, al parecer era su dinero el que había usado. Declan me había rescatado y ahora le pertenecía, aunque en realidad yo no fuera propiedad de nadie, pero a sus ojos era suya.

—Eso es todo lo que necesitaba saber —jadeó conforme se arrancaba la camisa y me dejaba a la vista aquel cuerpo ligeramente bronceado cuyas pinceladas apenas podía apreciar por la poca luz que había.






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