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¡¡Que lo disfrutéis florecillas!!

Me aparté bruscamente de su cuerpo y sentí como la inercia del suyo trataba de seguir mi movimiento, pero la cuerda se lo impidió y agradecí que así fuera, no tenía ganas de pelear en ese momento y mucho menos de dar explicaciones del porqué acaba...

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Me aparté bruscamente de su cuerpo y sentí como la inercia del suyo trataba de seguir mi movimiento, pero la cuerda se lo impidió y agradecí que así fuera, no tenía ganas de pelear en ese momento y mucho menos de dar explicaciones del porqué acababa de hacer aquello.

Oí un pequeño quejido a mi espalda y después un sonido de frustración. Sinceramente no me importó, estaba demasiado ocupada pensando porqué mi cuerpo no reaccionaba del mismo modo que lo hacía con Declan. ¿En qué fallaba?, ¿Tal vez era mi odio hacia el comandante Ryan lo que influía? Pero yo también podía odiar a Declan antes de conocerle, aunque él me había salvado de las garras de su hermano, no parecía alguien peligroso, ni tampoco me había tratado mal en ningún momento. Si tenía en cuenta los mismos básicos conceptos, el comandante Ryan tampoco me había lastimado o forzado, solo sometido al azambar y aun así, éste tampoco había dado resultado.

No. Era algo más y la respuesta a mi pregunta escapaba de mis manos.

¿Era posible no sentir lo mismo hacia todos los hombres por igual?

Acababa de dar respuesta a esa pregunta con el beso que le había dado al comandante, era evidente que no sentía lo mismo, pero... ¿No existiría nadie más salvo Declan por el que podría sentir lo mismo cuando besaba o tocaba?, ¿Era eso posible?

Una incertidumbre me acechaba queriendo hallar respuesta a mi pregunta. ¿Podría vivir sin ello? Ciertamente que podría, yo misma había renunciado a todo ello cuando decidí abandonar su casa, aunque también era cierto que él pensaba deshacerse de mi y de un modo u otro todo acabaría, pero había tenido la certeza de que podría experimentar lo mismo a manos de otro hombre, que sería exactamente igual y la certeza de que no era así me había dejado desorientada.

¿Qué fallaba?, ¿Qué sucedía?, ¿Qué tenía él que no tuviera el comandante Ryan?

—¿Te has alejado porque te ha gustado o por todo lo contrario? —oí finalmente a mi espalda y casi había olvidado que estaba allí maniatado.

—La respuesta no te incumbe. Solo hallaba respuestas y las he encontrado —mentí pensando que de ese modo zanjaría aquella conversación.

Lo hizo. No insistió ni preguntó nada más, sino que pareció pensativo y se conformó con mi respuesta.

Me tumbé junto al fuego encogiéndome sobre mi misma envuelta en la fina manta que había echado a la mochila. Por suerte no hacía demasiado frío, eso nos daría el espacio suficiente para huir sin temor a las heladas del crudo invierno, pero aún hacía fresco como para arrebujarse junto al fuego y no constiparse.

Había vivido de cerca lo que significaba enfermarse, una vez Amara estuvo verdaderamente mal e incluso algunas mujeres del refugio murieron por no tener medicinas suficientes para todas, los remedios caseros también escaseaban, al igual que los alimentos, así que era impensable no coger frío para mantenerse sana, era lo que siempre nos decía mi madre.

C O H I B I D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora