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No era una buena idea

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No era una buena idea.

No era una buena idea en absoluto.

¿En qué momento secuestrar a Declan y a su hija podría ser un buen plan?

No temía por sus vidas, al menos en cuanto a los antagónicos se refería, ellos no iban haciendo daño a la gente, menos aún a una niña y... ¿No era yo la que trataba de salvar a Lisa? Que mejor que darle la oportunidad de tener una vida sin que que le robaran su voluntad en algún momento.

La cuestión era otra.

Estaba inquieta. Impaciente. En alerta. Con los nervios a flor de piel y probablemente el plan no diera resultado y fueran incapaces de llegar hasta él y Lisa, pero la sola idea de volver a verlo hacía que tuviera un nudo en el estómago, uno que me había robado el apetito y provocaba que estuviera acelerada.

Declan no tenía una rutina establecida con Lisa, por lo tanto interceptarles juntos era inviable ya que él la ocultaba precisamente para que no supieran de su existencia y había dado resultado. Los antagónicos no conocían la existencia de Lisa, ni siquiera aparecía en los registros como su hija, ¿Cómo lo había conseguido?, ¿Lo habría hecho por sus enemigos?, ¿Para salvarla del azambar? Eso último no tenía ningún sentido, ¡Él lo fabricaba!

Pensar en Declan y en sus acciones era un rompecabezas y aún no podía olvidar que a pesar de su buena obra descantándome en casa de su hermano, de que me había tratado como a un ser humano normal sin darme órdenes explicitas, lo cierto es que pensaba deshacerse de mi como si lo hiciera de un simple jarrón de estar por casa.

Me había usado y por alguna razón no le interesaba que estuviera en su casa. Eso sí, había dejado claro que tenía toda la intención de seguir adentrándose en mi cama, como si eso fuera lo único que le interesara.

—Pareces nerviosa, ¿Es que no te convence el plan? —preguntó Ryan sentándose a mi lado en el comedor de aquel lugar.

Toda la comunidad comía en aquella sala, algunas de las mujeres sometidas a la droga estaban tras la barra donde se servía la comida, al parecer se turnaban según comentó Sheila y todo el mundo terminaba en algún momento tras esa barra. Las habían integrado en su organización intentando no darle ordenes y que pudieran sentirse lo más libres posible.

En aquella comunidad toda persona tenía su cometido y lo cierto es que en cierta forma me sentía algo desubicada.

Se había corrido el rumor por el establecimiento de mi supuesta inmunidad y sentía las miradas e incluso como muchas personas me saludaban, sonreían o se quedaban mirándome de una forma extraña.

La idea de que todo el mundo creyera que era inmune no me agradaba, quizá porque yo misma no creía que eso fuera posible. Desearía creerlo. Necesitaba hacerlo, pero... ¿Porqué iba a ser diferente?, ¿Porqué razón alguien como yo podría ser inmune al azambar si nadie más lo era? Eso era técnicamente imposible.

C O H I B I D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora