44

8.7K 1.8K 77
                                    

¿Suya? Pensé

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¿Suya? Pensé.

Lo cierto es que daba igual si pensaba que era suya o no porque quedaba patente que nunca lo había sido realmente, ni siquiera cuando vivía bajo su techo y él creía que era de su propiedad, incluso ahí jamás le había pertenecido por completo.

—Aunque así fuera, no lo soy y nunca lo seré. Solo me pertenezco a mi misma —decreté.

Quizá ese era el problema de la sociedad, querer dominarnos había sido la principal razón por la que el azambar había progresado hasta convertirse en algo normal.

—Lo dicho —contestó metiéndose un par de gajos en la boca—. Pobre de él —añadió con la boca llena.

Siendo sincera no tenía tan clara la opinión de Ryan sobre Declan. Era más probable que me odiara y estuviera resentido que pensar en que pudiera desearme o pensar que era suya, pero eso no quitaba el hecho de que sus besos fueran el néctar más sabroso que jamás había probado y que aunque me costara reconocerlo, realmente me gustaba hasta el punto de anhelar que se repitiera de nuevo.

¿Era eso malo? Desde luego bueno no podía ser, en esos momentos no podía permitirme pensar en otra cosa que no fuera el antídoto y recuperar a mi hermana, para eso debía saber la verdad sobre los antagónicos y si eran responsables de la muerte de su esposa.

Había algo en todo ese asunto que me resultaba inquietante, ¿Por qué razón iban a hacerle algo así a una mujer inocente? En cualquier caso el dolor se lo infringirían a él, no a su mujer, ella no causaba ningún daño y esta gente mejor que nadie lo sabría.

Mientras pensaba en ello, Sheila apareció frente a nosotros y fui testigo de la sonrisa que dirigió a Ryan antes de detenerse frente a mi.

—Lía quiere verte —dijo y volvió a mirar a Ryan sin ningún tipo de reparo.

Rodé los ojos al comprobar que él también la miraba del mismo modo.

—Sé el camino, no hace falta que me acompañéis —dije dándome la vuelta y sonriendo sin que me viera ninguno de los dos.

Casi podía palparse la tensión sexual entre ambos y en cierta manera, yo misma sentía que aún permanecía afectada tras aquel furtivo beso protagonizado con Declan, ¿Por qué solo me sucedía con él? Sheila no parecía tener ningún reparo en sentir atracción por Josh y por Ryan, ¿Por qué a mi no me sucedía lo mismo?

Pensar en él no ayudaba y tenerle allí aún menos, pero por más que me siguiera negando a reconocerlo, era evidente que algo me estaba pasando.

Abrí la puerta y contemplé que Lía estaba reunida, lo cierto es que casi nunca la veía sola, pero en cuanto me vio se despidió de la joven con la que hablaba y me indicó que me sentara.

—Siéntate Andra —Su amabilidad era notable desde el momento en que se confirmaron las sospechas sobre mi inmunidad al azambar, pero en el fondo Lía no era una mala mujer, no podía asociarla como la culpable del asesinato de la madre de Lisa o tal vez es que no deseaba creerlo—. Quería informarte de que estoy organizando un equipo para buscar a tu hermana, pero necesitamos que nos des las coordenadas precisas de vuestro refugio.

—Hace semanas que habrán partido de allí al ver que mi compañera y yo no regresamos, es por eso que necesito ir en ese equipo, nadie mejor que yo sabrá interpretar el rastro de Amara si ha dejado alguna pista de hacia donde han ido —repliqué porque necesitaba estar ahí y tal vez también estar lejos de Declan para aclarar mis pensamientos.

Lisa pareció meditarlo pero después negó con la cabeza.

—Me encantaría poder decirte que sí, pero eres demasiado importante ahora mismo para correr ese riesgo. No podemos perderte y si os interceptan la única posibilidad de hallar el antídoto habrá desaparecido —puntualizó—. ¿Lo comprendes? No puedo dejarte salir hasta que Krasner logre una cura.

¿Y si jamás lo hiciera?, ¿Y si precisamente él no deseara encontrar el antídoto por temor a que mataran a su hija?

—Escapé una vez, podría volver a hacerlo —reiteré.

—Tuviste suerte una vez y no pienso dejar que vuelvas a tentarla de nuevo. Llegaste aquí por una razón, cuando ya estábamos perdiendo casi toda esperanza, eres nuestro impulso Andra, nuestra lucha es más fuerte que nunca al saber que estamos cerca del fin.

—Soy una prisionera entonces —dije sin escucharla.

—No quiero que lo veas de ese modo, debes entender lo valiosa que eres y si por alguna razón se supiera de tu existencia, ten por seguro que pondrían un alto precio a tu cabeza.

Me crucé de brazos y aunque no quisiera reconocerlo, tenía que darle la razón en eso.

—Está bien —dije sabiendo que sería imposible convencerla—, pero si tu equipo vuelve sin mi hermana, iré yo misma a buscarla y no me importará que exista antídoto o no, encontraré la forma de salir de aquí y ponerla a salvo.

Lía sonrió, no sé si lo hizo por mi persistencia o por el hecho de que al menos la dejaría tranquila durante un tiempo. En cualquier caso, no pensaba quedarme cruzada de brazos si volvían sin Amara.

—Tenemos un trato —mencionó extendiéndome la mano.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Realmente dudaba si hacerla o no porque sería la única oportunidad y sinceramente preferiría que el argumento saliera sin más.

—¡Claro!, ¡Dime! —Su predisposición me alentaba, pero quizá pudiera descubrir según su expresión si podía mentir o no en su respuesta.

—¿Alguna vez habéis causado daño a una mujer como acto de venganza? —exclamé sin entrar en detalles.

Lía frunció el ceño, parecía extrañarle mi pregunta.

—En absoluto —respondió con calma—. No puedo decir lo mismo de algunos hombres, pero jamás en todos mis años dirigiendo este lugar y mi madre antes de mi, hemos causado sufrimiento alguno a una de las nuestras, al contrario, nuestra prioridad ha sido rescatar a aquellas que teníamos constancia de que su destino sería la muerte en caso de no hacerlo. Todas las mujeres que ves aquí bajo los efectos del azambar, han sido brutalmente golpeadas, violadas o torturadas, nuestra comunidad es reducida, pero sólida y aunque no podemos salvar a todas, intentamos hacer lo que está a nuestro alcance con los pocos recursos que tenemos.

Su respuesta me pareció sincera, quizá estuviera mintiendo pero algo me decía que no podía causar una muerte tan brutal a una mujer y seguir luchando por nuestra libertad.

—Si eso es así, ¿Porqué Krasner está convencido de que asesinasteis brutalmente a su esposa? —pregunté llamándolo por su apellido como solía hacer ella.

La expresión de incredulidad dio paso a lividez.

—¿Cree qué somos culpables de la muerte de su esposa? —exclamó perturbada y con el ceño fruncido como si no diera crédito a mis palabras.

—¿Cree qué somos culpables de la muerte de su esposa? —exclamó perturbada y con el ceño fruncido como si no diera crédito a mis palabras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
C O H I B I D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora