Diecinueve

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Cuando llegaron al bar, Miguel Ángel ya estaba en pleno arrebato, de pie en la barra gritando mientras Rafi rondaba cerca. Tenía la cara roja y la pequeña vena de la sien podría verse desde una calle atrás. Detrás de la barra, María escuchaba con las manos en las caderas, Mikel de pie casi detrás de ella. El resto del pub, una treintena de personas, observaba sin pudor la acción.

"Tu hija es una delincuente y debería estar en una unidad de jóvenes delincuentes", decía Miguel Ángel, mientras Natalia y Alba irrumpían en la puerta.

"¿Cómo te atreves?" dijo María, a punto de saltar por encima de la barra y darle un rodillazo a Miguel Ángel en las pelotas. Pero Mikel la tenía agarrada por la muñeca, por si acaso. Conocía a su mujer.

"¡Papá!" Alba gritó. "¡Ven a casa, ahora!"

"No. Voy a llamar a la policía en un minuto y luego voy a ver cómo sacan a ese animalito de aquí. Ya fue bastante malo que Christian recibiera un puñetazo del otro, no permitiré que vuelva a suceder".

"Por favor, no", suplicó Alba.

Detrás de la barra, vio que el resto de los Lacunza se apilaban, atraídos por el ruido. Iciar, inusualmente, parecía preocupada. Elena parecía un poco molesta. Santiago y el abuelo parecían listos para dar apoyo si era necesario. No es que María lo necesitase.

"Tu hija humilló a Iciar", le dijo María a Miguel Ángel en tono sombrío. "Se ganó ese golpe".

Justo en ese momento, la chica del ojo magullado entró con Christian y la abuela Reche, aparentemente habiendo escuchado hacia dónde soplaba el viento.

Ahora todas las partes estaban presentes.

Alba no sabía si aquello se iba a convertir en una trifulca en cualquier momento. Pero tenía que intentar detener a su padre. Actuaba como si tuviera la razón y las cosas eran más complicadas de lo que él sabía.

"Papá, esto no es culpa de Iciar. No del todo" intentó explicar Alba.

"¿Te pones de su parte?" preguntó Miguel Ángel, acercándose a Alba.

"No. Pero no lo sabes todo" dijo Alba.

"No digas nada" le advirtió María a Alba desde detrás de la barra, mirando la barra llena. "Ya has dicho bastante".

Alba lanzó una mirada conciliadora a María. "Lo sé, ¿de acuerdo?"

"¡Entonces sácalo de aquí antes de que me toque a mí y le pegue de verdad!"

"Mamá, deja de gritarle a Alba", le ordenó Natalia a su madre. Sea lo que sea que haya pasado, ella no quería ver eso.

"Oh, estás dando la cara por ellos, ¿verdad?" Preguntó María. "Supongo que no debería sorprenderme."

"María...", instó Mikel en voz baja. Si lograba alejar a su esposa de Miguel Ángel, ella tendría una oportunidad de calmarse. Pero si esto seguía así, no sabía cómo terminaría. "Vamos a subir un minuto, ¿eh?"

Pero fue entonces cuando Miguel Ángel sacó su teléfono, mirando a Iciar. "Tú te lo has buscado", le dijo a la chica.

Iciar miró a María, su cara era de completo pánico. "¿Mamá?"

Pero Marina fue la que detuvo a Miguel Ángel, acercándose y arrebatándole el teléfono de la mano. "Papá, lo estás empeorando. Suéltalo".

"¡Devuélveme el teléfono!" exigió Miguel Ángel, tratando de alcanzarlo.

Marina hizo lo único que se le ocurrió hacer. Se lo dio a Alba. Alba hizo lo único que se le ocurrió hacer y dejó caer el teléfono en un vaso de cerveza a medio terminar que estaba en una mesa cercana. "¡Eh!", protestó un anciano con cara de perro colgado. "No había terminado con eso".

A cualquier otra parte...Where stories live. Discover now