Once

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"¿A dónde viajas?" María Lacunza le preguntó a su hija mayor, el día que ella muy casualmente mencionó que iría a pasar la noche en casa de una amiga el sábado, al terminar su turno.

"Es mi amiga de Madrid, celebra cumpleaños y será muy cansado ir y regresar por lo que me quedo a dormir"

María entrecerró los ojos. No había nada que le indicara que Natalia le estuviera mintiendo, sin embargo, su hija había estado actuando muy raro durante varios meses ya. Saliendo de la habitación cada vez que su teléfono sonaba. Siendo evasiva sobre lo que hacía cuando no trabajaba en la recepción del veterinario. Si María tuviera que adivinar, diría que estaba saliendo con alguien. Pero, ¿por qué tendría que mentir sobre ello? María estaba bien con que a su hija les gustaran las mujeres. De hecho, estaba bastante segura de que lo había descubierto antes de que Natalia fuera consiente de su propia orientación. Entonces, ¿por qué lo ocultaba?.

"Está bien" dijo. ¿Qué más podía decir? 


***


En la otra parte de la historia, en la casa Reche, las cosas no iban tan bien para Alba.

"Papá, sólo me iré una noche! Tengo dieciocho años!" gritaba en la cocina. Tanto Miguel como Rafi estaban haciendo muchas preguntas, pero Alba sabía que su padre era el problemático. Si él decía que sí, terminaría convenciendo también a su madre. Pero no estaba para nada convencido.

"Creo que es gracioso. Eso es todo. Nunca había oído hablar de esta amiga que vive fuera de la ciudad."

"Su familia se mudó. Pero seguimos siendo amigas en instagram y quiere que la visite", dijo Alba, segura de que sus mentiras eran tan transparentes como el vidrio. Lo que lo hacía tan difícil era que no le gustaba mentir y especialmente no le gustaba mentir a sus padres. Nunca había tenido que hacerlo antes. Podría haber tenido un par de conversaciones donde evitaba explicar algunas cosas, pero esta mentira directamente a sus caras era nueva.

"Pero ¿por qué de repente.."

"Estás diciendo que no puedo ir?" interrumpió Alba, tratando de terminar de una vez con todo. Cuantos más detalles tuviera que inventar, peor se pondría para ella.

"Por supuesto que puedes ir. Eres mayor ya", dijo Miguel. Y con eso, él sabía que no había más que decir. Había gato encerrado, claro. Pero no podía imaginarse qué situación era con la que estaba lidiando. No podía pedir una hija mejor educada que Alba. ¿Por qué ella empezaría a mentirle ahora? "Bueno, que te diviertas, supongo".

"Gracias" Alba respondió, sintiéndose horrible y se sintió aún peor más tarde, cuando llegó el momento de robar las llaves de su abuela. Esperó hasta justo antes de las tres, la hora habitual de su abuela para dormirse frente a cualquier cosa que pasaran por la tv. Una vez segura de que estaba totalmente dormida, se levantó como para ir al baño y se metió en el dormitorio de su abuela.

Arrastrándose por la oscura habitación rosa, estaba segura de que alguien entraría en cualquier momento y exigiría saber lo que estaba haciendo. Pero en realidad fue sorprendentemente fácil. Las llaves estaban exactamente donde Alba pensaba que estarían y en menos de 30 segundos ya las tenía.

Alba cogió las llaves, fue a su habitación a coger su bolso y volvió a despedirse de todos. Todos le deseaban un fin de semana agradable y Alba se fue, sin más problemas.

Caminando a la estación, sabía que tenía que deshacerse de la culpa que sentía, había pasado por todo esto por una razón. Esa razón sería escaparse con Natalia el fin de semana para ser una pareja normal, así que tendría que valer la pena. Claro, no lo sería si Alba pasaba todo el tiempo sintiéndose mal.

A cualquier otra parte...Where stories live. Discover now