TOBILLO

356 33 3
                                    

Después de aceptar cenar, sólo porque me informaron que Alejandro sólo había picado los ingredientes, me ofrecí a lavar los platos. Adam se ofreció a ayudarme y ambos recogimos todos los trastos que habían, eran muy pocos porque casi todo era desechable.

Entramos a la cabaña donde se suponía que íbamos a quedarnos las mujeres de mi piso, aunque también se suponía que esa noche nadie iba a dormir porque querían beber hasta el amanecer, ¡Lo que es ser joven!

Adam y yo pusimos música mientras lavamos los platos, bailábamos y usábamos los cubiertos como micrófonos.

Pasar todo el día con Adam fue hermoso, me sentía tranquila, me sentía en paz, me sentía feliz.

Después de cantar "We like to party" y saltar a lo desgraciado, finalmente nos pusimos a secar para terminar.

— Tengo algo que decirte. — Adam parecía muy serio pero emocionado.

—¿Qué pasó? — No le presté mucha atención.

—¿Qué te parece si te escapas y nos vemos en una hora donde fue la junta? — Propuso.

—¿Crees que estaré despierta en una hora? — Dije incrédula. — Adam, tú eres joven y después de todas las actividades que hicimos en la tarde estás aún con energía, pero yo… — Cerré los ojos con pesar y me señalé a mi misma. — Yo acabo de tomarme dos pastillas para el dolor. — Adam comenzó a reír.

—No seas amargada, dormiremos después de que te lo diga. — Adam acomodaba los trastos que ya estaban secos.

— Dímelo ahora. — Me sequé las manos en el delantal que tenía puesto y lo miré.

—Es muy importante, por favor. Sólo ve ahí en una hora ¿Está bien? — Su cara era tan tierna que me estaba haciendo seder.

—Adam, no des tantas vueltas. ¿Qué vas a decirme en una hora que no puedas decir ahora? — Adam no me respondía, yo lo abracé por la espalda. —¿Eh?

—Deja de seducirme, Ana. — Adam me pidió y yo comencé a reír.

—Está bien, nos vemos en una hora. — Me rendí. — Mientras, voy a descansar un poco.

Me quité el delantal, lo acomodé y fui a sentarme, Adam sonrió, acomodó todo rápidamente, secó sus manos, acomodó el delantal y salió corriendo de la cabaña.

Todos estaban repartidos en varias cabañas, Berna, Luisa, las recepcionistas, los de seguridad y Tabata iban entrando en esta.

Conversamos un poco y comenzaron a beber, yo prefería no hacerlo, no quiero vomitar o agredir a nadie, hoy me siento en paz.

Revisaba el teléfono constantemente para no llegar tarde con Adam, Eduardo se burlaba de Javier por la derrota del juego, Berna estaba feliz porque gracias a hacer la comida al lado del Jefe los había unido más.

Faltaban dos minutos para que la hora se completara, me levanté y salí, caminé lentamente cuidándome de pisar bien porque no estaba muy bien alumbrado. Parte de la experiencia en las cabañas es mirar toda la naturaleza y el cielo completamente estrellado.

Caminé hacia la dirección de la cabaña más grande, escuché unas voces, voltee para ver de quién se trataba y me encontré a Elizabeth y a Alejandro tomados de las manos.

—¿Recuerdas lo que me dijiste? Que amabas que siempre te había apoyado en los momentos difíciles. — A Elizabeth se le iluminaba la mirada, Alejandro asíntió.

— Lo recuerdo. — Respondió dulcemente.

— El problema es que no es así, tú eres el que me apoya en los momentos difíciles. — Juntaron sus labios en un beso rápido. — Quiero que quede claro que yo no sufriré si tú siempre estás a mi lado y me acompañas en los momentos más terribles, eso es todo lo que necesito.

Soltera divorciadaWhere stories live. Discover now