RENUNCIA

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—¿Acaso estás renunciando por los rumores? — Tabata preguntó cuándo le entregué mi carta de renuncia. Estábamos completamente solas ya que todo el mundo se había ido a comer.  — Porque si es por eso, nadie estaría trabajando en la empresa, todos hablan de todos y no tienes que esconderte en la primera ocasión.

—No es por eso. — Fui honesta. — Yo quería renunciar incluso antes de que pasara todo esto.

Tabata asintió lentamente sopesando la noticia.

— Te pediría que lo pienses mejor, eres un buen elemento. — Estaba siendo muy dulce conmigo, sus palabras me daban fuerza y motivación pero no podía permitirme cambiar de decisión.

—Disculpa pero no puedo, ya lo pensé mucho y esta es mi decisión final. — Sonreí con honestidad. — Siempre fuiste muy buena conmigo, al menos más que cualquier otra jefa que haya tenido y... lo siento, lamento irme así tan de pronto.

— No debes disculparte, esta es tu decisión y si lo haces es por tu bien o al menos eso espero. — Su tono era dulce y su mirada cálida, me hacía sentir bien. — Debes ser responsable de todas las decisiones que tomas, tú y yo somos mujeres que estamos solas, la familia nos mete en problemas pero los amamos y por eso los protegemos. — Asentí ante sus palabras. — Somos divorciadas y no debemos sentirnos mal o sentirnos menos mujeres por eso, los tiempos en los que una mujer necesitaba a un hombre para sobrevivir terminaron, eres una gran mujer y fuiste, con franqueza, la mejor pasante con la que he trabajado. — Sonreí ante sus palabras. — Bien, Ana. — Ella se puso de pie de su escritorio y rodeó este para estar a mi lado. — Avísame si necesitas una carta de recomendación o tienes alguna duda en tu próximo trabajo.

— Gracias. — Estaba realmente agradecida

—Que tengas mucha suerte, Ana. Sé feliz. — Tabata me dió un abrazo tomándome por sorpresa.

Adam se aclaró la garganta llamando nuestra atención, no vimos cuándo es que entró.

— Vamos a comer, las invito. — Adam daba pequeños saltos de la emosión.

—Yo no puedo pero yo invito la próxima. — Tabata tomó su bolsa, mi carta de renuncia y se despidió agitando la mano mientras corría al ascensor.

— Quedamos tú y yo. — Se encogió de hombros.

— Vamos, yo invito. — Me sentía alegre de poder estar con Adam, aunque sea una vez más.

—Veo que entregaste tu carta de renuncia. — Caminamos hacia el ascensor y nos juntamos de nuevo con Tabata que esperaba ansiosa el elevador.

— Sí. — Sonreí de lado, él asintió.

— ¿Qué vas a invitarme? — Cambió de tema. — ¿Te vas a imponer o puedo elegir yo? — Se burló.

— Elige. — Dije segura de mi, después recordé que Adam era rico. — Pero si es un restaurante, pagas tú.

Adam asintió riendo, fue mi gran sorpresa cuando fuimos a comer en un puesto de la calle.

—¿Qué? — Adam preguntó después de un largo rato sentados uno frente al otro, yo no había dicho ni una sola palabra más que para pedir la comida.

—¿Tanta es tu avaricia? — Me quejé con mala cara.

—Dijiste que invitarías. — Se encogió de hombros y yo seguí mirándolo mal, Adam comenzó a hacer caras graciosas para que me rindiera.

— Está bien. — Accedí cuando ví que Adam estaba estirándose de la cara de una forma inhumana. — Sólo porque esta es mi fiesta de despedida, mañana es mi último día. — Sonreí melancólica.

Soltera divorciadaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ