HÉROE

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Mi teléfono vibró.

"¿No vendrás por tu collar?"

Era un mensaje de Alejandro.

"Estoy ocupada pero déjalo en recepción si puedes, gracias"

Contesté y seguí mirando al vacío en espera de una buena idea.

—¿Ocupada? Yo te veo sentada haciendo nada. — Alejandro caminaba hacia mi escritorio.

Me espanté un poco por su voz, estaba sola en el piso en silencio y su voz era muy fuerte.

— Debo terminar esto, pero no se me ocurre nada. — Me justifiqué, Alejandro llegó a mi lado.

—Siempre te quedas hasta tarde, no sólo aquí, en la escuela era igual ¿No te dice nada? — Alejandro se burló.

—¿De qué hablas?

—Los de las malas calificaciones siempre se quedan al final, no lo olvides. — Lo miré desde mi asiento. — Olvídalo, es un chiste muy malo. — Me sonrió apenado. — Toma.

Alejandro me extendió mi collar y sonreí, ¡Lo recuperé!

—¿Viniste aquí sólo a dármelo? — Lo agarré y le di un beso al dije de "A de Armando"

—¿A qué más vendría? — Se encogió de hombros. — No debo tenerlo más tiempo, si Elizabeth lo ve …

— Me amenazará de muerte. — Sonreí al recordar a todas las mujeres que alejé de él cuando estábamos juntos. — Pero gracias.

—De nada… — Alejandro no se fue, se quedó ahí y yo lo miré esperando que se retirara. — Bueno… — Quedó ahí de nuevo sin moverse. — Me voy. — Comenzó a alejarse y volví a mirar mi pantalla, quizá deba cambiar el diseño.

Miré a Alejandro que estaba a dos escritorios de distancia, él se dió cuenta que lo ví.

— Estaba viendo el calendario. — Se justificó señalando una pequeña hoja en el escritorio.

—Ok. — Volví mi vista a la pantalla, estaba realmente cansada, era como una clase de bloqueo en mi cabeza, puse los codos en la mesa y me cubrí la cara exasperada, cuando me descubrí la cara la pantalla de la computadora se oscureció y comenzaron a salir códigos raros tipo matrix. —¡Ay no! — La única copia que tenía era la USB !¿Se borraría?!

—¿Qué pasa? — Alejandro corrió a mi lado.

—¡Mi trabajo! ¡La información! — Grité al borde de la frustración.

—A ver, hazte a un lado. — Me puse de pie y Alejandro se sentó en mi silla, comenzó a presionar varias cosas en el teclado, lo hacía tan rápido que no veía bien qué cosas apretaba.

—Debes arreglarlo, ¡He trabajado mucho en eso! — Me senté a su lado, en la silla que Adam había dejado ahí antes de irse. — ¡Mañana debo entregarlo! — Me quejé. — ¡No le hice ninguna copia!

Alejandro dejó de presionar cosas, se giró hacía mi, puso su mano derecha en mi boca y la izquierda en mi nuca, quedé inmóvil.

—Callate. — Ordenó. — Siempre te he dicho que debes guardar y respaldar tus cosas. — Seguía sin soltarme. — No debes bajar nada de internet y menos abrir archivos desconocidos.

Me soltó y volvió al teclado.

Yo estaba muy nerviosa, si perdía todo no sé que iba a hacer.

Alejandro de pronto con un clic final hizo que la pantalla volviera a la normalidad mostrando mi propuesta.

—¿Ya? — Quedé boqueabierta. —¿Lo hiciste?

Soltera divorciadaWhere stories live. Discover now