EL PRINCIPIO DEL FIN

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Cuando las tutorías comenzaron fui muy feliz, el problema era que sí eran clases. Alejandro no hablaba de otra cosa más que de fórmulas y ecuaciones, había ocasiones en las que me quedaba dormida en su hombro y cuando despertaba él ya había terminado mi tarea, me apenaba mucho que así fuera. No quería utilizarlo para pasar mis tareas, ese no era el fin, a mí no me importan mis tareas, me importaban las de él.

Entonces cuando esas cosas pasaban yo me esforzaba más para hacerle su desayuno, Carmen regresó a la escuela y los tres desayunabamos juntos, éramos buenos amigos y Alejandro y yo nos hicimos más cercanos, Alejandro me ayudaba a veces a entregar la ropa y me acompañaba a mi casa, cuando era época de exámenes no dejaba que él estuviera conmigo, le pedía que estudiara muy duro para que sacara las mejores calificaciones.

A veces me pedía ayuda para estudiar pero entonces hablábamos de otras cosas. Pero otras veces me tomaba en serio que debía de estudiar y con todo el dolor de mi corazón estudiaba con él.

Leía artículos importantes y le hacía preguntas, preguntas que él respondía sin dudar. La madre de Alejandro, Lourdes es muy linda, me invita a comer cuando pasan algunos días sin que yo vaya a buscar a Alejandro. Dijo que le robé el corazón cuando entró a la habitación de su hijo y nos encontró con una mascarilla de arcilla.

Alejandro pensaba seriamente en la carrera que estudiaría, él quería estudiar dos, pero pensaba que no iba a quedarse en ninguna universidad.

Lo animé en aplicar en las universidades que fueran las mejores, en ambas carreras y él un poco dudoso aceptó cuando le dije que nunca le diría que hiciera algo si no estaba segura que lo iba a lograr.

Nos preparamos para sus exámenes día y noche, mis padres se molestaban al inicio porque había dejado la mayoría del trabajo para estar con Alejandro por las tardes y llegaba muy noche por desvelarme estudiando con él.

Después de semanas de regaños y castigos, comprendieron que lo único que hacía era ver por Alejandro. Para ayudarlo.

Cuando iba a hacer cada examen de admisión yo lo acompañaba esperándolo afuera ansiosa, yo apliqué en una universidad sin prestigio a escondidas, no quería que nadie se decepcionara de mi. Parecía que el examen estaba en chino porque yo no entendía nada, las pocas que logré entender eran por lo poco que había estudiado con Ale.

Estaba muy nerviosa pero revisé los resultados por internet y no me había quedado. Pensé que estaba totalmente resignada en que no iba a quedarme en ninguna universidad, pero la decepción me golpeó.

Estaba algo desanimada y Ale lo notó, fue a buscarme con un poco de pastel de chocolate y me invitó al cine a mi y a Carmen, insistí en ver una película de drama, ellos aceptaron y yo lloré desde el minuto uno de la película, era una fracasada, no era buena para el estudio y para nada en pocas palabras.

Cuando salí del cine y me fui a mi casa, le conté todo a Carmen.  Le pedí que no le dijera a nadie lo mal que me sentía, porque fingiría que era mi decisión no seguir estudiando y mejor meterme a trabajar.

Al día siguiente salían los resultados de Ale, fui temprano a verlo y su papá había instalado una computadora en la sala, estábamos Ale, su hermana, Ximena, los padres de Alejandro y yo esperando los resultados, quería de verdad estar feliz, pero no podía. Estaba nerviosa y triste por lo de mis resultados.

Refrescabamos la página una y otra vez de la mejor universidad a la que Ale tenía tantas ganas de entrar.

Yo era la más ansiosa de todos, refrescaba cada 10 segundos la página.

—No pasa nada si no me quedo. — Nos dijo a todos. —No se pongan mal, todavía tenemos otras opciones.

Y comencé a llorar, yo decía eso pero la verdad que te rechazaran era doloroso. Pero me limpie las lágrimas de inmediato, nadie se dió cuenta, refresqué la página tres veces más y de pronto apareció salvajemente en la pantalla:

Soltera divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora