COMPETENCIA

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—Ana, ¿Qué pasó con el contrato del hotel? — Tabata estaba frente a mi escritorio exigiendo mi trabajo.

— Aquí está. — Le entregué un archivo. — Envié la información complementaria, revíselo y me avisa si debo cambiar otra cosa. — Sonreí satisfecha y Tabata asintió tomándola.

— Prepárate muy bien, el día se acerca. — Me sonrió.

—Claro. — Suspiré feliz.

Tabata se fue dejándome preocupada, sentía la presión de la presentación.

Adam llegó momentos después.

—Vamos a comer. — Saltó de emoción y yo sonreí.

— Voy. — Tomé mi bolsa, Adam y yo corrimos al ascensor. — Debo regresar rápido, quiero estudiar.

—La comida es muy importante, debemos tomarnos nuestro tiempo. — Se cerró el elevador.

— Debo estar lista para la presentación. — Sólo hablar de eso me daba nervios.

—Ana, lo harás bien. Sé que el hotel adorará tu idea. — Sonrió. — Estoy seguro, así será.

— Tabata te dió un proyecto en la mañana, nos vinculamos con un distribuidor orgánico, debo crear todo un sitio para eso. — Recordé lo pesado que era. — Debo terminarlo.

— Con eso no hay prisa. — Nos dirigimos a su auto.

—Sí lo hay, no quiero tener pendientes. — Corrí al auto y entré.

— ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué quieres terminar todo? — Adam no encendía el auto, me miraba.

—Ya sabes… — Evadí mirarlo, veía la ventana.

— Todavía faltan meses para irnos, no vayas a decirme que te quieres ir ya. — Dijo como si fuera algo increíble, no contesté.— ¿Es en serio? — Guardé silencio. — No puedo creer que quieras dejarme. ¿Es por mi? — Parecía que hablaba en serio.

—¿Por ti? ¿Por qué? — Me desconcertó y lo miré. — ¡No! — Grité.

—¿Entonces? — Trataba de entender pero no respondí. —¿Es por Alejandro? — Preguntó y me sorprendió.

—¿Qué?

—Has dicho en varias ocasiones que el jefe te cae mal, ¿Es por eso?

—Eso que dije era una broma. — Traté de que no me vinculara con él. — Me voy y no tiene nada que ver contigo ni con él.

— Es egoísta que quieras irte, yo me quedé todo este tiempo por ti. — Reclamó y yo reí.

—Eso es mentira.

—No lo es, yo vengo cada día a trabajar sólo para estar contigo. — Admitió.

—Eso es malo. — Le advertí. — Adam, estamos intentándolo, pero… sigo sin entender, yo me pregunto costantemente por qué te gusto.

— No debe haber una razón, sólo me gustas. — Se encogió de hombros. — No te estoy diciendo que me debes algo por mis acciones de amor hacia ti, no es así. — Aclaró. — Yo hago las cosas porque quiero y creeme que es difícil.

—¿Difícil?

— Me has complicado la vida. — Dijo serio y no supe si era un juego o no.

—No digas eso. — Me sentí mal.

— Ya te dije que son mis elecciones, tú no tienes nada que ver. — Sonrió y encendió el auto. — No me debes nada, aún si me lo pides. Sólo debes pensar en mí como un súper heroe que te salva de la tristeza y la depresión. — Me reí.

Soltera divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora