OFIMÁTICA

528 42 0
                                    

2020

Después del divorcio convencí a Carmen que se mudara conmigo y compartieramos gastos.

Inicié teniendo tres trabajos, en las mañanas como asesora de una página de internet, en las tardes empaquetando dulces en una fábrica y también tomaba los turnos de noche en un bar como mesera.

Después de un tiempo todo se había calmado y tenía una vida estable con Carmen.

Casi tres años del divorcio, tres años que fueron muy difíciles para mí.

Ahora trabajaba como vendedora en una tienda de ropa, era cansado, tenía algunas desventajas, pero ganaba bien, también tenía los fines de semana libres y tenía descuento en la tienda por ser empleada.

Carmen y yo todavía hablábamos con Laura, la cual se había hecho mil cirujias en todos estos años.

Le quería ayudar a mi mamá que había comprado un local al lado de su casa para poner la lavandería ahí, mis hermanos y mis padres eran los únicos que la manejaban, tenían más lavadoras, secadoras y planchas. Era más fácil y menos cansado ahora. Pero quería evitar volver a lavar ropa por oficio.

Mis pasatiempos favoritos son ver realitys con Carmen y también ver telenovelas tristes de amor, termino odiando aquello pero son entretenidas.

Había conocido a algunos hombres que me hacían sentir bien, pero no estaba lista para una relación tan larga como la que tuve con Alejandro.

A veces me preguntaba cómo es que le había ido, para mí fue difícil. Pero era necesario terminar, lo odié mucho. Pero ya todo había terminado bien, espero que le esté yendo bien o que no viva en las calles por lo menos.

Las últimas semanas Carmen me había hecho citas mediante una aplicación de solteros, me divertía mucho, servía para distraerme pero ninguno era lo demasiado bueno, ninguno tenía un buen trabajo o tenía una casa propia.

Raúl fue la última cita de esta semana, había sido agradable, me invitó a comer en un restaurant caro y me había tratado como una reina, de verdad me gustaba, pero recibió una llamada y salió a contestarla.

No lo volví a ver.

Me dejó con la cuenta. Entré en pánico, la cuenta era más alta que mi propio sueldo, me maldije por volver a intentar algo con un hombre. Me di cuenta que todavía guardaba odio y desprecio. Hice algunas llamadas pero nadie podía ir a recogerme y prestarme el dinero de la cuenta, llamé a todos mis amigos, obviamente Carmen me dijo que debíamos llamar a Laura y pedirle ese préstamo. Yo no quería, pero era necesario o llamaba a Laura y quedaba como estúpida o me llevaban detenida.

Laura llegó enseguida y pagó la cuenta, me llevó a mi casa y me dió un pagaré con la cantidad que había pagado en el restaurant.

—Te prometo que voy a pagarte en cuanto pueda. —Le agradecía al salir de su auto.

—No te preocupes, con calma.—Rodee el auto para quedar frente a su puerta. — Te di un plazo de tres meses, no tienes que preocuparte. — Asentí apenada.

—Esto fue muy vergonzoso, nadie nunca me había visto la cara como este hombre. — Hablé llena de rabia

—Tú no debes preocuparte, sigue esforzándote. — Encendió su auto. — Pronto tendrás un golpe de suerte como Alejandro.

—¿Como Alejandro? — Pregunté desconcertada.

—Em… sí. — Apagó su auto y salió, cerró la puerta para recargarse en su auto. — ¿Acaso no ves noticias? — Me preguntó mientras sacaba un cigarro y lo encendía.

Soltera divorciadaWhere stories live. Discover now