Capitulo 23

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Aquella voz juvenil que había escuchado antes era de un chico que probablemente no era mucho mayor que yo. Era alto, uno cuántos centímetros más que yo, tenía corte militar y una postura recta.

Al pasear mi mirada por el resto del lugar me percaté que en la pequeña mesa que había en la cocina estaban las cartas que Pedro había prometido dejar. Me acerqué y las cogí, todas ellas tenían fechas de entrega diferentes: mi cumpleaños, Navidad y Año Nuevo. Abrí la primera carta, la que debí recibir en mi cumpleaños número 16. Eran tres hojas completas, escritas por delante y por detrás.

- Lamento que no hayas podido despedirte de él como correspondía. – no me había dado cuenta de que él me estaba mirando y cuando habló me asusté y di un salto. – Perdón, no quise asustarte. En realidad, me asusté primero, al verte parada ahí, pensé que no subirías, incluso llegué a pensar que no estabas aquí.

Él me hablaba como si nos conociéramos de años, como si fuera mi amigo. Seguro que se dio cuenta que lo estaba mirando extrañada, no por cómo me hablaba sino porque nunca lo había visto antes, sin embargo, el me conocía.

-Siento haberle hablado con tanta confianza como si fuéramos amigos, señorita. – agachó la cabeza, avergonzado – debe tener hambre, Camila dijo que no había comido desde el desayuno. – Rápidamente sacó un plato de la alacena, sirvió comida y lo puso frente a mí. – Aquí tiene, señorita. – Ya no me miraba a la cara con confianza ahora solo evitaba mirarme como si de un niño regañado se tratase.

- Gracias, por la comida, pero deja la formalidad...

- No es formalidad, es respeto. – interrumpió Pedro entrando en la cocina. – Me alegra que hayas subido, ¿quiere decir que confías en mí o solo tenías hambre? – dijo con una sonrisa burlona.

- Hmm... - llevé una mano a la barbilla e hice como si me lo pensara. - Creo que la segunda. – dije a modo de broma a lo que Pedro rio y aquel chico solo sonrió levemente.

- Pequeña, te presento a Arán Ledesma, es quién me sucederá cuando muera.

- Mucho gusto, señorita – me estrechó la mano y dijo – usted no necesita ser presentada, sé perfectamente quién es y le juro lealtad desde ya mismo.

- Un gusto Arán, pero... - me acerqué un poco a él y le susurré – puedes llamarme...

- No, él debe tenerte respeto incluso cuando se dirige a ti. – dijo Pedro separándonos y poniéndose en medio

- ¿Por qué? Somo casi de la misma edad, ¿por qué debe tenerme respeto? ¿Solo por existir?

- Sí – respondió tajante

- No. – le reté. - Tú puedes tutearme e incluso referirte a mí como "pequeña", "linda", etc. ¿Por qué?

- Yo te conozco desde que corrías por la mansión en pañales, así que no es por falta de respeto sino por cariño. Porque te vi crecer y me he encariñado mucho contigo. – explicó lentamente como si fuera una niña pequeña.

- Bien, me rindo no voy a discutir contigo. – dije alzando las manos a modo de rendición.

- Come que debemos planear como solucionar este desastre – dijo y se llevó a Arán consigo.

Mientras comía vi que una de las cartas tenía papeles engrampados al sobre.

Estiré la mano y abrí el sobre sacando una hoja. Era para cuando cumpliera 18, debían entregarme la carta hace casi dos meses.

Como dijo Pedro, seguramente mi padre habría prohibido que esas cartas llegaran. No odiaba a mi padre por eso, porque sabía que bien o mal sus decisiones eran para proteger a mi familia, pero me hubiera gustado tener la carta para mi cumpleaños.

CRIMINAL   | Sherlock Holmes BBC |Where stories live. Discover now