Capitulo 33

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Al salir de la oficina de los Holmes tuve en cuenta que ya me había ganado un enemigo nada agradable, por lo que a partir de ese momento tendría que andar con cuidado.

Ni siquiera pude almorzar tranquila, mirando para todos lados y a todos, pues sabiendo que Holmes tenía gente vigilándome cualquiera se volvía un sospechoso. No sabía que tanto el hombre del gobierno habría comprometido mi seguridad, interviniendo mis aparatos electrónicos, por ejemplo; pero haya sido cual haya sido el caso, tenía que comunicarme con James e informarle que no solo los trillizos estaban tras nuestros pasos.

Intenté analizar la situación y proponer rápidas soluciones que puedan mantenerme a mí y a mi compañero a salvo.

Repasé tantas veces como pude lo que había pasado en la oficina de Mycroft, analizando todo desde el momento que entré hasta el momento en el que no devolvió mi última amenaza, limitándose a asesinarme con la mirada y finalmente decidí salir de ahí cuanto antes.

En una rápida conclusión, Holmes ya estaba preparado para enfrentarme con todas sus pruebas, incluyendo mi identidad, pues al pensar en las ya mencionadas, específicamente en el video, recordé aquel día en el que creí que él y Anthea podrían tener un amorío, pero al volver analizar ello parecía una conclusión poco viable teniendo en cuenta el estupendo autocontrol que tenía Mycroft, del cual ya había sido testigo.

Entonces... si en lugar de un amorío, ubicaba algún descubrimiento que resultase chocante - sobre todo para Anthea - la situación llegaba a tener más sentido.

Continuando con el mismo razonamiento decidí ubicar el video en ese "algo" que luego desencadenaría una serie de sospechas por parte del mayor de los Holmes además de su necesidad de obtener más pruebas para confirmar que la información del video fuese verídica.

Claro, la increíble memoria de Holmes le ayudaría a reconocer de manera inmediata el brazalete y el hecho que segundos después yo haya aparecido en su oficina solo lograría confirmar sus sospechas.

Si estaba en lo cierto lo único que me quedaba por saber era el cómo esos videos llegaron a su poder y para ello necesitaba de James.

Analizando el panorama casi completo, recordé que ese tipo de evidencias eran eliminadas por la agencia, para que no llegase a ser de dominio público y así mantenernos seguros - tanto a la agencia en sí como a sus agentes. -; pero en ese momento no pude confirmar que no lo tuviesen en alguna base de datos muy bien resguardada como alguna especie de protección.

Dejé los papeles que, se suponía, debía revisar sobre el escritorio, me recosté sobre la silla giratoria y tiré mi cabeza hacia atrás, dejando escapar un ligero quejido.

Reí amargamente por todas esas deducciones, hallándome nuevamente envuelta en muchos problemas. Comencé a divagar pensando en mis primeros meses en Londres y lo fácil que creí que sería esta última misión, subestimando a los Holmes y creando lazos con una pequeña que probablemente no volviese a ver en mi vida.

Un verdadero desastre.

Sacudí la cabeza con cansancio queriendo dejar esos pensamientos aparte, pues lamentarme no me serviría de nada. Tomé mi celular y al ver la hora arreglé los papeles que había dejado sobre el escritorio hace unos minutos y con cuidado los guardé dentro de mi bolso, preparándome para salir. Luego caminé a paso despreocupado a la salida, esperando encontrarme con el oficial que siempre esperaba por mí para llevarme a Baker Street.

He de admitir que no estaba nada mal, físicamente hablando, y que era bastante probable que hubiésemos estado coqueteándonos de una manera muy sutil. Creí que podría aprovechar ello aquel día, tal vez así podría reducir el estrés acumulado de la mañana que persistió por lo que restaba de mi jornada con él, pero en su lugar encontré a Greg.

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