Capítulo 4

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El ruido de los autos que transitan por la calle, claxon de la gente desesperada por llegar a su destino, los bullicios de las personas se mezclan con las sirenas de patrullas que son similares a las de las ambulancias y me recuerdan al accidente. Ya estoy completamente despierta, es difícil volver a conciliar el sueño. Porque todos los insoportables ruidos se cuelan hasta la habitación y hacen que me duela más la cabeza.

Es extraño, porque el departamento es un poco más silencioso.

Imágenes borrosas y confusas de la noche anterior apalean mi mente. Dios, no medí las consecuencias para el día siguiente.

Por ahora solo recuerdo estar en la fila del baño de damas esperando mi turno para entrar a algún cubículo, sacar mi teléfono de mi bolso y marcar el número telefónico de Valentino y a él diciendo que esperara en el bar.

Después de eso, gritos, insultos, forcejeos, una habitación de hotel, su camisa con su inconfundible fragancia impregnada en ella y cubriendo mi menudo cuerpo, besos, caricias y palabras hermosas susurrándome al oído. Que ahora parecen productos de un sueño.

Y por primera vez en los últimos seis años, las pesadillas sobre el accidente han sido reemplazadas por sus caricias en mi espalda y sus labios depositando dulces y castos besos sobre mis cabellos castaños, hermosos recuerdos hacen que abra los ojos, deseando que no sean simples alucinaciones y que realmente este recostado a mi lado.

Olvidándome por completo del dolor de cabeza y la resaca que traigo encima, queda a un lado y estoy entusiasmada por abrir los ojos y mirarlo soñoliento, con el cabello desordenado y con su rostro relajado.

La luz intensa de la mañana que entra por una de las ventanas de la habitación, me obligan a cerrar los ojos nuevamente, cubriéndome el rostro con las manos, lanzando un gemido de dolor por una punzada en la cabeza.

Ruedo por la cama quedando boca abajo sobre ella. No hay nadie más a mi lado.

Suspiro, decepcionada cuando el dolor disminuye y me permite volver abrir los ojos.

No todo fue producto de mi imaginación y mi estado etílico. En realidad, dormimos juntos. Los besos y sus palabras aún están grabadas en mi mente.

Se ha marchado.

¿A dónde? ¿Se arrepentiría de verme dormir en su misma cama?

Necesito una ducha y regresar como sea al departamento. No sé ni qué hora es. Lo más seguro es que ya pasan de las siete de la mañana.

Debo darme prisa e irme de aquí, de seguro llegare tarde al trabajo. Aparto las sabanas de un tirón lleno de frustración y salgo de cama tirando una sarta de maldiciones. Mis pies tocan el frio suelo, mi cuerpo se estremece y se me eriza la piel.

Estoy a punto de entrar al cuarto de baño, me detengo recordando vagamente que Valentino envió mi vestido a la lavandería del hotel.

Golpeo mi cabeza sobre la madera solida del baño.

Me vuelvo sobre los pies y estudio la habitación detalladamente. Deseo que aparezca por arte de magia encima de alguno de los muebles que decoran la habitación.

No está por ningun lado.

¿Cómo voy a ducharme y salir de la habitación sin mi ropa?

¿Por qué no está aquí?

Comienzo a desesperarme, no sé qué voy a hacer y el tiempo está corriendo,

¿Este era su plan? ¿Traerme, seducirme con palabras dulces y después dejarme antes de despertar?

Peligroso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora