Capítulo 32

5.6K 321 13
                                    

Valentino

Se veía abatida.

Su rostro se volvió sombrío, reflejando una inmensa tristeza.

Intentó no mirarme lo que restaba del camino al hospital

Estaba lastimada y herida, no solo por los golpes, los cortes en su piel y la herida sangrante a un costado de su vientre, si no por su corazón roto.

Igual de roto que él mío.

Ella ha decidido irse y llevarse a nuestro hijo a un lugar más seguro.

No puedo oponerme, ni retenerla a mi lado si no se siente segura y protegida conmigo.

Sus parpados cansados me indican que ha perdido demasiada sangre y aún estamos demasiado lejos del hospital.

- ¿Ciara? – Sus ojos se cierran repentinamente – No, no, no. Ciara, despierta. –

La subo en mi regazo, presionando la herida evitando que siga perdiendo más sangre.

No responde como debería.

Esto no está bien. Necesitamos llegar al hospital lo antes posible.

Me necesita a su lado.

Y no puedo dejar de amarla.

Tengo que cuidar de ella.

Ciara es el aire que respiro.

- Valentino. –

- Tranquila, preciosa. Todo estará bien. –

- ¿Ya no estas enojado conmigo? –

- ¿Por qué iba a estarlo? Si eres la mujer más hermosa de este mundo. –

- ¿Me dejaras ir? –

- Jamás, il mio fiore. –

- Te amo, Valentino. –

- También te amo, Ciara. –

- ¿Amaras a nuestro hijo? –

- Lo amaré con mi corazón, Ciara, tanto como te amo a ti y como amo a Jessie. Solo no me dejes. Y mantente despierta. –

- Nunca te dejaría, estaba triste porque no me mirabas como lo hacían antes. Con amor. –

- Yo siempre te veo con amor, Ciara. Sin importar que en estos momentos tu rostro no sea el mismo al que vi hace un año y del cual me enamore perdidamente. –

- Nuestro hijo va a nacer y no hemos buscado un nombre para él. –

- Eso no importa ahora, tendremos tiempo para pensar un nombre para nuestro hijo. Ahora solo tienes que resistir un poco más. Ya estamos cerca. –

- Quiero dormir. ¿Puedes cantar algo para mí? –

- No, Ciara. No puedes dormir. –

Llegamos al hospital y Ciara seguía inconsciente.

Las enfermeras me preguntaron qué era lo que había sucedido. Después de hacer una evaluación rápida de la situación. Se la llevaron a la sala de urgencias para que pudieran suturar la herida, hacer una trasfusión de sangre y practicarle una cesárea para no perder más tiempo y fuera demasiado tarde.

Y solo pude ver su rostro pálido y sus ojos cerrados cuando desapareció detrás de las puertas del hospital.

Debía esperar noticias sobre los dos porque no podía ir con ella.

Solo tenía que ser paciente para volver a verla y juntos, poder conocer a nuestro hijo. 

Peligroso DeseoWhere stories live. Discover now