V: Di mi nombre

2.8K 421 69
                                    

Ashley

Pude respirar con alivio al ver que él no llegó a tal extremo de desnudarse en mi presencia, aunque de igual modo ver que solo hizo el amago de hacerme creer que iba a desnudarse para atormentarme, no hizo que mi corazón dejara de latir tan aceleradamente como ha estado latiendo desde que entré en mi habitación y me lo encontré cómodamente recostada sobre mi cama, como si el sitio fuera suyo.

—Admite que si esperabas que me desnudara —musitó, divertido—. Ya has demostrado antes que te gusta bastante verme sin ropa.

No puedo negar que una partecita muy escondida de mí sí podría haber querido que se desnudara para poder apreciarlo, puesto que si la vista había sido bastante buena antes desde mi ventana, aquí, frente a mis ojos sería buenísima y me habría gustado ver también, más de cerca todos los tatuajes que le vi antes, pero de ninguna manera lo admitiría.

—Quiero que te vayas —le pido, tratando de tener una voz normal pese a lo atarantada que me tiene—. En serio lárgate de aquí o en dos segundos procederé a llamar a mi madre y ella o te saca con el palo de la escoba o llamará a la policía. Tú decides, ¿por las buenas o por las malas?

A el señor ladrón poco le importan mis amenazas porque él vuelve a dejarse caer sobre mi cama. ¿Qué hice para merecer esto?

—La verdad es que no me da la gana de irme —dice, muy fresco, acariciando la tela de la cama azul de mi cama, su cuerpo extendido sobre la misma como si fuera la suya propia. Me ve con sus ojos grises, pasándola bien fastidiándome —. Mmm, esta cama es muy suave y me gusta como huele. —Que alguien me diga por favor cómo se respira—. Podría quedarme aquí hasta el día siguiente. Se siente muy a gusto.

Dios. Me paso la mano por el rostro antes de verlo agarrar a Titán, mi pequeño osito de peluche marrón o al menos lo era porque está conmigo desde que era muy chica y ha pedido un poco de su color. Sé que solo está haciéndolo a propósito y no sé porqué de verdad solo estoy dándole amenazas vacías y no llamaba a mi madre de una vez para que lo sacara de casa.

¿No será porque en el fondo te gusta tenerlo ahí, recostado sobre tu cama? Es una vista maravillosamente hermosa, me dice una vocecita insidiosa dentro de mí la cual trato de ignorar aunque quizás tenga un poquito de razón.

— ¿No tienes nada más interesante que hacer que estar aquí fastidiándome, en una especie de venganza porque me negué a venderte unos croissants, lo cual, para serte franca, me parece bastante chiquilín de tu parte?

Sus labios se estiran en una sonrisa. Eso antes de que deje mi cama y se acerque un  a mí, mostrando una seguridad en sí mismo digna de ser admirada. Su cercanía deja a mis pulmones con problemas para poder recibir un poco de aire y él sabe que me afecta porque extiende más su sonrisa, además de que fui bastante obvia la primera vez que lo vi y lo violé con la mirada, luego cuando me descubrió tirándole una fotografía a su trasero y hace unas horas viéndolo demasiado mientras salía de su casa.

Él sabe que su belleza, presencia, su misterio y hasta su aura oscura me causa fascinación como debe pasarle con la mayoría de las chicas que se cruzan en su camino. Ojalá tan solo no me afectara tanto.

—La verdad es que... no —contesta, ojeándome con sus ojos grises llenos de misterio y vacíos—. No tengo nada más interesante que hacer que joderte, glýka.

Bufo.

Estoy segura que la razón por la que no se ha hido pese a las veces que lo he amenazado con llamar a mi madre, es porque el condenado sabe que no seré capaz de hacerlo y que solo son amenazas que no llegaré a ejecutar, por ello luce tan suelto y tan decidido a seguir molestándome.

Entre Cada Latido, Tú. ( SAI, Libro 5)Where stories live. Discover now