XXVI (P. I) Nuestro

2.5K 357 120
                                    

Maximus (Ken)

—Te veré más tarde —emito, despidiéndola, apenas queriendo dejarla marcharse, pero me ha dicho que tiene clases en la universidad y pues toca dejarla ahí, afortunadamente no será una despedida tan larga como la última vez, donde el único que sabía que estaba despidiéndose era yo, ella no tenía ni idea de que aquel era mi último beso antes de que nos volviéramos a encontrar y yo esperaba con ansias que fuera cuando estuviera realmente listo para amarla, costó, pero así resultó, convirtiéndose esa en la mejor decisión, aunque dolorosa, que tomé en mi vida.

—Estaré contando los segundos para volver a verte. Ve con cuidado.

Ella me sonríe dulcemente, volviendo a abrazarme y besarme justo cuando estaba por meterse en su auto. La estrecho entre mis brazos besándola apasionadamente, ese beso recordándome no solo todos los que nos dimos la noche anterior antes de que el sueño nos venciera y tuviera la mejor noche de mi vida mientras sostenía entre mis brazos a mi más preciado tesoro, sino ese momento cuando estaba tocándola, su confianza ante mí, el modo como se movía y reaccionaba a mis caricias, sus suspiros y gemidos, sus expresiones de asombro... y la sensación tan altamente gratificante que me recorría al ser dueño de su placer, uno que era la primera vez que experimentaba y fue tan grandioso haber sido esa preciosa primera vez para ella.

Y será mucho más grandioso cuando pueda hacerla mía por entera. La deseaba, anoche la deseaba con desesperación, sobre todo mientras estaba tocándola, mientras la tenía ahí desnuda y dispuesta a entregarse a mí, sabía que no tenía siquiera que presionar, ambos deseábamos lo mismo, consumar de esa forma nuestro amor, pero no iba a sentirme cómodo haciendo mía a mi chica en la casa de mis abuelos, y otro poco porque una parte de mí desea hacerle el amor por primera vez en ese lugar donde comenzó toda nuestra historia, donde probé sus labios por primera vez y me enamoré, porque en este momento no me queda duda alguna que me enamoré perdidamente de esa chica desde aquella primera vez que la besé, y descubrí, que la vida no estaba solo llena de colores grises y negros mientras ella hizo que estallara frente a mí una lluvia de colores, y que no solo caminaba sobre llamas y en medio de oscuridad, toqué el cielo en aquel primer beso y volví a ver la luz que por tanto tiempo había perdido.

Sí, ese día yo me enamoré.

—Me duele mucho despedirme —emite, habiéndose alejado de mis labios, dejando caer su frente contra la mía—. De ser por mí no me iría, pero no puedo faltar a clases hoy.

Me alejo, besando su frente una y otra vez.

—Ve, ve a cumplir tus responsabilidades de estudiante, al menos ahora sabes que no es una eterna despedida.

—Aquella vez siquiera sabía que era una despedida —dice, con un mohín, acariciándome el pecho—. Luego sentí la sensación más horrible que había sentido en mi vida después de la muerte de mi padre cuando leí esa carta y supe... que te marchabas. Entendí todo después, comprendí porque me dejaste atrás cuando me explicaste que solo no querías... someterme a lo duro que iba a ser para ti pelear contra los monstruos de tu pasado y vencerlos, aunque a mí no me hubiera importado, pero si me habría gustado al menos que me hubieras dicho que te marchabas, que me dejarías, de otra forma.

Inhalo.

—No habría sido fácil para mí dejarte si te decía que me iba, glýka. Te dolió pero hice las cosas de la mejor forma que me salió.

—Igual, eso es algo que ya no tiene remedio, así que no tiene caso pensar en lo que me hubiera gustado que hicieras, estas aquí, el tiempo pasó, fue doloroso pero estás aquí y la verdad es que... es todo tan hermoso que se siente como si en realidad no hubiera existido, así que lo que toca es solo pensar en este presente bonito.

Entre Cada Latido, Tú. ( SAI, Libro 5)Where stories live. Discover now