XI: ¿Y si sí lo es?

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Thalía

—Llegamos, nena—anuncia, Adriel una vez detuvo su moto frente a un club de moda de la ciudad donde se puede distinguir una larga cola para entrar.

Aflojo mis manos de su cadera y procedo a bajarme lentamente de la motocicleta, sin poder creer cómo había terminado de aterrada por subirme en esa cosa de dos gomas a disfrutar bastante el trayecto desde mi nueva casa hasta acá, aunque probablemente tuviera mucho que ver con el hecho de que Adriel cumplió su promesa de manejar con prudencia y eso hizo que me relajara... ¿o será que ha sido a así porque se trata de él?

Como le dije a Ashley Adriel me gusta, y sé el hecho de que me guste ha sido el motivo por el que acepté salir con él esta noche olvidándome de responsabilidades que tenía como estudiar para mis exámenes finales que están a la vuelta de la esquina, y cuando no es más que un desconocido para mí. ¿Será que no estoy siendo limpia en juzgar a mi mejor amiga por sentir fascinación por un chico que no conoce, al que se le fue incluso a meter a la casa, cuando yo no estoy actuando más prudente que ella? Me escudé en el hecho de que Adriel no luce como el típico bab boy que me podría joder la vida, pero también tengo claro que las apariencias engañan y que aquellos que más buenos lucen son los que más daño pueden hacerte, ¿estoy siendo igual de imprudente?

— ¿Ves? Cumplí mi promesa, has llegado aquí sana y salva, fea —me dice, sacándome de mis ensimismamientos, lo observo mientras siento electricidad recorriéndome todo el cuerpo debido a que, Adriel ha tomado mi dedo meñique y lo acaricia.

—Debo admitir que sí, la cumpliste. He llegado aquí sana y salva. Esperemos a ver cuando tengas que volver a llevarme a mi casa y eso solo será si no estás borracho, de lo contrario, tendré que utilizar los servicios de un Uber.

Adriel sonríe y en un gesto sorpresa me deposita un tibio beso en una de las mejillas que altera los latidos de mi corazón mientras lo miro con los ojos abiertos. Él vuelve a sonreírme con esa chulería que lo caracteriza y con la que puede arrebatarle el corazón a cualquier mujer, sin darle más que esa sonrisa chulesca.

—Te prometo que intentaré no tomar más de la cuenta —promete— Ahora vamos dentro que la diversión nos espera.

—Hay una fila enorme, tardaremos un poco en entrar —murmuro mientras él tira de mí, entretejiendo nuestros dedos y nos encaminamos hasta la entrada de la discoteca.

—No si tenemos entradas VIP —me comenta, y sé que lo que dijo es cierto cuando estamos dentro en pocos segundos sin que tuviéramos que colocarnos en la cola.

Como es sábado por la noche donde la mayoría de los jóvenes se olvidan de las responsabilidades como la escuela y la universidad, el lugar está bastante lleno. Como es de esperarse la música está a todo volumen, las luces que forman un arcoíris parpadean locamente, y en la pista la gente baila enloquecido mientras beben y cantan desafinadamente. Adriel no suelta mi mano, zigzagueamos entre los cuerpos y le sigo el paso hasta me lleva por un segundo nivel donde se encuentra la zona privada, con menos gente aunque la música sigue escuchándose igual de alta. Continúo siguiéndole el paso hasta que nos detenemos frente a un grupo en una mesa, son tres chicos como de la edad de mi acompañante.

—Hasta que llegas —dice al vernos unos de los tres chicos que bebía de una lata de cerveza—. Ya creíamos que no vendrías.

—Claro que no —habla mi acompañante, arrebatándole la cerveza al chico que habló antes y dándole un largo trago antes de agregar—: No me perdería de disfrutar este día que tengo libre cuando toda la semana soy un esclavo —Adriel me ve—, tuve que pasar por esta preciosa chica —el muy atrevido vuelve a darme otro beso en la mejilla como si se creyera que él y yo teníamos algo, pero me di cuenta, con mis mejillas calientes por el sonrojo, que me llamó preciosa y no fea. Observo que todos tienen sus ojos en mí, todos viéndome con interés.

Entre Cada Latido, Tú. ( SAI, Libro 5)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon