34: Presunto despecho.

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Capítulo Treinta y cuatro.

Presunto despecho.

Mia hobbs.

El camino a la casa cada día es más largo, aveces pienso que llevo horas caminando. Han pasado tres meses desde la última vez que hable con Alex, desde esos meses han pasado cosas realmente extrañas, no por malas sino porque ya casi nada pasa. Mis padres regresaron hace dos meses y todo ha transcurrido con normalidad, cero llamadas anónimos, mensajes o notas, estoy realmente tranquila, menos por un sola cosa y se que ya se lo imaginaran.

Alex.

Desde aquel entonces no he recibido ninguna noticia de Alex, he hablando con Amber y Katy pero nunca lo mencionan y yo tampoco lo hago, se supone que yo soy la dura no él.

¿Será que fui muy drástica?

Me siento como una completa idiota, ¿Será que no me piensa buscar? O ¿Ya me consiguió reemplazo?.
Sacudo mi cabeza pasando la calle ignorando todos mis pensamientos, Es que... hay algo que no entiendo, ¿Será tan fuerte esas verdades que prefiere perderme?

O mejor dicho, ¿Sera que nunca me tuvo?

Se acabó ya me siento un chiste.

Seguí caminando tratando de ignorar todas aquellas preguntas sin respuestas que se formulan en mi cabeza. Ayer en la noche hablé con Amber, estaba mal, se escuchaba muy triste, no me dijo la razón pero creo saber porque. Veamos, todos sufrimos por una cosa, el amor, o tal vez no todos sufrimos por ese señor tan malo.

— ¿Alo, Amber?

Pregunto rápidamente cuando veo que han contestado la llamada, un suspiro de la otra línea telefónica me hace estremecer.

— Si, Mia, soy yo.

Respiro con tranquilidad, — Amber...

— ¿Donde estás?

— Eh... cerca de mi casa...

— Paso por ti, nos vamos de fiesta, ¡No acepto un no! — me interrumpe para luego colgar la llamada sin dejarme hablar.

Despecho, sí, despecho.

-

Veo un auto completamente blindado de color blanco estacionarse frente a mi a los cinco minutos después de haber colgado el teléfono, bueno, de que me hallan colgado. El vidrio se desliza hacia abajo dejándome ver a una Amber con mala casa tratando de lucir normal, abre la puerta sin decir nada y me subí sin mencionar tampoco nada.
Tal vez una salida me haga mejorar y pensar bien las cosas, texteo en mi teléfono un mensaje de aviso a mis padres que no llegare a dormir, presionó el botón de enviar cuando ya lo termine de escribir.

— ¿A donde vamos?

— A matar este hijueputa despecho a un antro, bailaremos contra la pared hasta olvidarme de él.

Asiento mordiendo mi labio inferior, — Como tú digas.

Sin más el camino a la casa de Amber se hace corto en el cómodo silencio, no hay que ser adivinos para saber qué está pasando.
Para eso son las amigas, para apoyarse y para matar el despecho juntas, así que... el autoestima hasta el cielo y el perreo hasta el suelo.

Tú eres mía, princesa© (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora