Epílogo.

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Mis tacones rechinan en aquel piso de cerámica blanca, aquel monumento de piedra blanca que recuerdo apenas. Mi cabello largo choca con mi rostro y sonrió cuando lo veo de espaldas; Me acercó con cuidado y cuando estoy lo suficientemente cerca mencionó su nombre.

— Vecam Vanderkam — su nombre sale tan natural por mis labios.

El voltea y abre los ojos sorprendido, por el inevitable hecho de mi “Muerte”.

Su sonrisa me desconcierta, hasta que lo escucho hablar, — Sabía que vendrías hacia a mí.

— ¿Qué? ¿Tan decifrable soy? — pregunto con una sonrisa pícara.

Mira a hacia atrás viendo el auto color negro que está estacionado atrás de él, sus ojos color miel conectan con los míos. Una de sus manos pasa por su cabello y su sonrisa ya no me intimida. Creó que aquí los sorprendidos somos los dos.
Regresé hace una semana a este país, después del accidente era muy riesgoso quedarme. ¿Saben los papeles que buscaba con tanto anhelo en la habitación de mis supuestos padres? Bueno, eran todos los tratos de los señores Hobbs con Alfonso, el padre de Vecam; El cual me hizo creer que era, hasta que investigue todo.

— Un poco, Maya. — Río cuando escucho mencionar el nombre que he estado utilizando, — Digamos que no eres la única que ha estado investigando.

— Eso es bueno saberlo.

Nos quedamos mirando fijamente sin pestañear; Ambos estamos escaneando cada movimiento del otro. Ha cambiado un poco, parece lucir aún más sabio, su semblante es más serio que antes.

Abre un poco sus labios y pasa su lengua por ellos, antes de hablar, — ¿Qué quieres?

— Hacer negocios contigo.

Ríe, — no hago negocios con niñas.

—  ¿Seguro?

— ¿Qué es esto, amor o guerra? — pregunta con tono amargo, — Maya, aquí todos sabemos que tu solo te estás vengando de todo… ¿Te digo Maya o Princesa trunca?

— ¡Tengo derecho a hacerlo! — exclamó molesta, — ¡Y lo sabes!

— Yo no pongo en riesgo mi negocio, menos por una niña que piensa que esto es como jugar a las muñecas.

Lo miro fijamente enarcando una ceja, — Bien. — es lo único que digo para voltearme.

Cuando estoy por salir Vecam me sujeta del brazo, — Me interesas, Maya, mucho, pero debo pensar si vale la pena hacer negocios contigo.

— Púdrete. — me suelto de su agarre escuchando su risa al salir de allí.

Punto de vista de Vecam Vanderkam.

— Señor, Vanderkam.

Volteó al escuchar la voz de una de la señora de limpieza, — ¿Qué pasa ahora, Carmen?

— Le ha llegado unos documentos, no trae nombre en ellos… solo me dijeron que venía de parte de…

— ¿¡De quién!?

Se sobresalta. — Alex Mckay.

Tú eres mía, princesa© (Libro I)Where stories live. Discover now