36: Suya.

8.9K 399 20
                                    

Capítulo treinta y seis.

Suya.

Mia Hobbs.

Estoy frente a una puerta roja, donde Alex acaba de entrar hace unos segundo. Suspiro acomodando mi falda y cabello para luego abrir la puerta entrando al instante. Una habitación muy bien adornada visualizan mis ojos, en un camino largo está la terraza donde ahora está apoyado Alex, está de espalda observando el frente del antro.
Ebria o no, estar así con el me coloca sumamente nerviosa haciendo que mi respiración se tranque y se vuelva aún más pesada, y eso que no he hablado sobre el ambiente.

— Acércate — ordenó.

Cómo típica sumisa me acerco a él con la cabeza agachada, puedo sentir cuando se voltea quedando de frente a mi, una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al sentir su mano en mi cintura acariciando mi abdomen.

— Creo haberte dicho que eras únicamente mía princesa... por lo que no puedes estar con más nadie, o ¿Acaso tengo que disciplinarte?

Se me acerca lentamente acorralándome en la pared, — ¿Qué vas a hacer?

— Castigarte... — susurro en la comisura de mis labios para luego besarme.

El beso me toma de sorpresa haciendo que flipe justo en ese momento, mi corazón se acelera y mis labios le dan el paso a su lengua para entrar a mi boca. Todo es más intenso ahora, el ambiente, el calor y sobre todo el beso. Una de sus manos agarran mis muñecas recostandolas a la pared evitando mi agarre.

— Me tienes mal… — se saborea, — muy mal, princesa.

Mi respiración está agitada y mi pecho sube y baja rápidamente, — Alex… yo.

— confía en mí, creeme bebé sabes que estoy a tus pies no volveré a guardas más secretos entre los dos. — asiento convencida de ello pasando mis manos por sus labios.

¡Maldición, estoy jodidamente excitada!

— No se... soy vir…— Alex me interrumpe robándome un beso, él sabe a lo que me refiero.

— Hoy no quiero que digas ni una palabra tus labios cerrados van a hacer más que suficiente, — suspira en la comisura de mis labios, — quiero que te relajes tu mente abras, te acerques a mi y luego me beses lentamente…

— deja que el momento fluya como tenga que ser.

Sin decir más me acerco a él uniendo nuestros labios en un beso, sus manos me apegan a un más a él. Mis piernas tiemblan pero Alex hace que me sienta lo más segura que puedo así que dejó que baje el cierre de mi falda haciéndola caer al piso. Mis mejillas arden pero continuamos en aquel beso que me tiene loca, y no quiero ver atrás.

— Ah. — un gemido abandona mis labios dejándolos semiabierto.

— Te amo.

Aquella frase tan insignificante me hace sonreír para luego besarlo haciendo que mi espalda se recueste en la cama de la habitación. La camisa ya me la quite y el también se ha quitado la camisa, nuestras respiración sigue agitada y cada vez nos deseamos con mayor intensidad, me volteo quedando encima de él pero como todos sabemos Alex siempre quiere tener el control de todo. Sus manos aprietan mis cintura obligándome a besarlo de nuevo, sus beso húmedos en mi cuello y pecho me hacen morder mi labio aguantando todas esas ganas que llevo por dentro.

En la cama estamos sudados y me parece algo rico, de nuevo el está encima de mi, comienza a dejar besos húmedos por todo mi pecho hasta llegar a mis bubis las cual me mira y asiento para que me quite el brasier de una vez, sin pensarlo lo hace sujetando una entre sus manos para seguir besando mi abdomen, hasta llegar a mi intimidad, de un tirón adiós pantis y aprieto mis piernas avergonzada.

— ¡Alex! — susurro sorprendida.

Una sonrisa traviesa de parte de él me causa ternura, — ¿Qué? Eres mía.

Alex sube acercándose a mi rostro para luego abrir espacios entre mis piernas y mirarme fijamente para después mostrarme el preservativo.

— ¿Estás Segura? Puedo parar si…

— Alex, confío en ti.

Solo esas palabras bastaron para que el entrara en mi completamente, me extremezco de dolor cerrando mis ojos. Un gemido de su parte me hace quejarme lentamente de aquel dolor.
Sus ojos se fijan en los míos y aprieto la sábana que adorna la cama con mis manos, un beso casto en mi frente me hace sonreír para después sentir su leve embestiada.

— ¿Te duele?

Asiento, — Mucho.

— ¿Te lo saco?

— No.

Una sonrisa traviesa me hace reír para luego aferrarme a él antes sus movimientos, nuestros gemidos retumban en la habitación y es flipante todo aquello.
Nunca me había sentido tan libre y tan atado a él, allí estábamos complaciendonos los dos al mismo tiempo, y quise despertar pero mejor sigo soñando.

— Soy tuya, totalmente tuya.

Esas palabras abandonan mis labios cuando por fin, nos venimos los dos al mismo tiempo, mi respiración se tranquiliza recostando mi cabeza a su pecho.

“La mente es terca, pero el deseo más”📌

Tú eres mía, princesa© (Libro I)Where stories live. Discover now