19. Aceptación y casualidad.

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Capítulo Diecinueve.

Aceptación y casualidad.

Mia Hobbs.

Saben, las personas mágicas existen, aparecen de la nada; son aquellas que se ganan tu confianza rápido y de forma inesperada. De pronto un día llegan a tu vida, te empiezan hablar de todo, de sus alegrías, daños, experiencia, penas y heridas. Cuando te das cuenta ha estad contándole sobre tu gato, tu lugar favorito, y es bonito; así son las personas mágicas, ellas en cuestión de segundo se meten en tu mundo. Hacen lo que otros no han logrado en años, entran en tu universo. Y están ahí, llegan para acompañarte, para regalarte un poco de magia, para cuidarte, para darte aire más liviano. Llegan para brindarte su amistad, su mano, para abrazarte, llegan para quedarse.

Amber, es y siempre será esa persona mágica que siempre esta ahí para mi, porque a pesar de mis desprecios siempre ha intentado arreglar las cosas. Pensar que una amistad de años quedaría atrás por mi orgullo me hace querer odiarme y no poder hacerlo me frustra.

Porque, ambos tenemos la culpa, ella por mentirme con algo tan complicado e importante, y yo por ser tan reencorosa y no quererla escuchar. Ese es mi mayor defecto y lo aceptó muy bien.

Una mujer ya mayor de edad se me acerca sentándose a mi lado, me encuentro en el parque y aunque ha llovidos quise venir a despejar la mente. Supongo que solo intento que mis problemas desaparezcan de la nada, no saben las veces que en la madrugada llorando le he pedido a Dios que un día amanezca y no recuerde nada, perder la memoria sería la solución a todo esto.

Huir de tus problemas no soluciona nada.

— No dejes que tu orgullo sea tu verdugo en unos años.

La señora a mi lado habla haciendo que la voltee a mirar, mi corazón se acelera al escuchar la frase que me ha dicho, es como si ella supiera en la situación en donde me encuentro, «No dejes que tu orgullo sea tu verdugo en unos años» ¿Cómo así?.

— ¿Qué? ¿Cómo dijo, señora?, — preguntó volteándola a ver.

La señora ríe un poco, — Cariño, llámame rosa, — asiento sintiéndole en forma amable, — Solo te digo la verdad, a veces es mejor escuchar la explicación antes de juzgar, ¿Lo sabes?.

— ¿Por qué me lo decís, rosa?

Lo siento, mi curiosidad me hizo preguntar.

Ríe, — Yo se que tu sabes y entiendes lo que te estoy diciendo, querida, — sonríe a boca cerrada, — Uno no sabe la razón por la cual te mintieron, tal vez temían miedo de que no lo entendieras y te alejaras.

La miro confundida cuando veo que se levanta del banco de madera y rosa la señora acerca su mano hacía mi rostro acariciando mi mejilla suavemente.

— Dale otra oportunidad, cariño, escuchalo, que tu orgullo no te separé de la persona que te gusta.

Sin mas se aleja caminando dejándome con una gran confusión en mi cabeza, no entiendo porque me dijo eso, creo que como es una mujer y es mayor sabe lo que pasa a su alrededor. Escucharla hablar así, y saber que ella me entiende un poco, me hace sentir apoyada, me hace ver las cosas desde otro punto de vista.

Me levanto exagerada buscando con la vista a la misma señora rosa, al final un poco lejos la visualizó y empiezo a correr hacia ella súper rápido para alcanzarla.

— ¡Rosa! ¡Oye, espera!

Se voltea — Dime, cariño.

Sonrió abrazándola, — Gracias por decirme esas palabras, quisiera verla otro día, ¿Me da su dirección por favor?

Asiente entregándome un papel con su dirección, — No pierdas tiempo, cariño, busca a ese chico que te vuelve loca con tan solo una mirada.

— lo haré, gracias. — sonríe y se aleja de nuevo y yo sonrió como tonta.

No sé que haré, cuando lo haré, pero si tengo algo muy claro. Espero y todavía tenga tiempo remediar un poco mi error.

— ¿Alo? ¿Amber?

— Si, Mia, lo siento. — habla a través de la línea telefónica.

— No, no es hora de hablar de eso, necesito tu ayuda, ¿estas es tu casa?

Chilla feliz, — Si, Dolly, te extrañe.

— Te extrañe más, voy para allá. — cuelgo sin dejarla hablar.

A vivir sin miedo, que para morir nacimos.

Tú eres mía, princesa© (Libro I)Where stories live. Discover now