18.

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—Palacios —Le llamó la atención la maestra—. ¿Me dice ahora mismo que tiene de interesante su compañero que no tenga la clase?

Mateo se sonrojó notoriamente, estaba mirando a Manuel, otra vez de muchas que ya iban en esa clase, y la vieja pesada de historia tenía que decirlo en voz alta y señalándolo. Si algo le sorprendió fue que Manuel ni se haya volteado a mirarlo, se le notaba triste...

—¿Está sordo Corazzina? —Volvió a retarle y él solo podía pensar en que le pasaba a Manuel.

—Disculpe, no volverá a pasar, ¿Puede continuar? —Respondió desinteresado pero cuidando de no sonar así.

Élla simplemente lo miró dubitativa pero igualmente lo dejó pasar por única vez retomando así su clase.

¿Qué tenés lindo?

Pensaba preguntándose para sus adentros pero inmediatamente se dio cuenta del apodo y negó con rapidez. Volvió a tomar su lápiz para copiar lo que se encontraba en el pizarrón, mas nuevamente su atención la tomó Manuel, un suspiro irregular de este y lo confirmó, estaba triste y ¡Estaba llorando!

¡No!

Por alguna razón se le desgarraba el alma verlo así, con lágrimas silenciosas saliendo, bajando por sus mejillas que limpiaba con rapidez para no ser visto, cosa que no funcionó, porque la vieja esa ya se había dado cuenta y era obvio que lo iba a decir frente a todos, élla era así no le importaba un carajo el resto, solo se preocupaba por sí misma.

—¡La puta madre, no entiendo una chota! —Gritó Palacios, logrando su objetivo; la atención de la docente.

—¡¿Cómo dijo?! ¡A dirección! —Espetó la pelinegro, haciendo que Mateo haga una mueca que hizo reír a todo el salón.

Manuel volteó un poco y vio a Mateo hacerle señas de que salga de la clase, se paró y en el descuido de la mayor mientras lo anotaba en su hoja de vida pescó a Biquard de la mano para salir arrancando. Corrieron por los pasillos del colegio sin soltarse un minuto, Manuel se encontraba mucho mejor por eso, no podía creer que Mateo había hecho eso por él, ni él mismo se lo creía.

Pararon a descansar cerca de los casilleros aun de las manos, cuando se dieron cuenta de ese detalle se soltaron rápidamente con un ligero rubor cubriendo el rostro de ambos, Manuel iba a decir algo pero se escuchó al final del pasillo unos pasos, seguramente era uno de los inspectores de pasillo, Mateo sacó una llave de su bolsillo, se acercó a uno de los casilleros y lo abrió.

—Entrá rápido

Manuel no dijo palabra alguna y entró, para que Mateo cerrase la puerta, aunque obviamente solo la ajustó, y le susurró; —Cuando me vaya, vos salí al patio de atrás, acá al frente hay un plano que te va ayudar a llegar, sácate mi trabajo de arte que esta arribita por si te encontrás a algún inspector, le decís que vas al "Aula 34", que es el salón de artes, de paso me lo dejas ahí. Cuando llegues al patio tenés que pasar por un agujero debajo de un muro rojo que está ahí, podés quedarte el tiempo que necesites, ahí nadie te ve.

El castaño asintió escuchando atentamente las indicaciones del moreno.

—¿Usted que hace acá en horario de clase? —Preguntó un inspector acercándose a Mateo.

—Yo vine a buscar algo a mi casillero —Dijo nervioso.

—¿Y dónde está?

—Ah, eh, es que no lo encontré así que ahora voy al baño, con permiso —Quiso marcharse.

—No, no —Lo detuvo aquel inspector—. ¿Usted pidió permiso para buscar algo en el casillero o para ir al baño?

Mateo tragó saliva.

De cabeza; TrueplikWhere stories live. Discover now