Capítulo cuatro

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ALEX

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ALEX

Lunes 11 de enero

Una última oportunidad, Nueva York

Han pasado once días del nuevo año y, por lo pronto, no parece que éste sea mucho mejor que el anterior. No quiero ser pesimista, pero me estoy quedando sin recursos y eso es algo que me tiene inquieto.

Me alejo del tipo que no deja de murmurar sus líneas de forma nerviosa y me acerco a la mesa de aperitivos que han colocado en la sala de espera. Los panecillos que rebosan las canastas lucen apetecibles, pero no puedo comer si voy a presentarme a la audición, así que solo me sirvo un café.

Tengo las tripas revueltas.

Este nerviosismo es nuevo. Solía tener más confianza en mí mismo, pero, desde que he sido rechazado tantas veces en los últimos meses, mi seguridad ha flaqueado. No ayuda el hecho de que todos hacen muecas cuando se enteran de que me presento a los castings sin el respaldo de una agencia.

—¿Alexandre Hardy?

Me tenso al escuchar mi nombre. La chica del staff levanta la vista de la tabla sujeta-papeles que lleva en las manos. Sus ojos se pasean por todos los rostros de la habitación y finalmente se detienen en mí, quizá porque soy el único que le devuelve la mirada.

Asiento hacia ella, para confirmar mi identidad, y le doy un rápido sorbito al café que acabo de servirme antes de verme en la obligación de tirarlo a la basura para acompañarla.

Una cosa graciosa sobre las audiciones es que puedes pasar horas e incluso días o semanas nervioso por ello, pero, cuando llega el momento, todo pasa en un puñado de minutos.

Me planto delante del director de casting y su equipo. Me informan que grabarán mi audición, me piden que me presente ante la cámara y luego que interprete las partes del guion que me proporcionaron por correo.

Hay una sola oportunidad de hacerlo bien, sin margen de error.

Tomo una profunda bocanada de aire antes de seguir las indicaciones. Le digo mi nombre a la cámara y luego interpreto los diálogos que memoricé previamente. La audición es para el papel de Poseidón en una cinta adolescente sobre mitología griega.

Doy lo mejor que tengo y estoy fuera. El director parece interesado y hace varias anotaciones sobre mí, así que tengo la esperanza de que esta vez sí me llamarán para la siguiente ronda.

—Lo hiciste bien —susurra la chica del staff que me acompaña a la salida—. Ninguno lo ha hecho tan bien como tú. Apuesto que te llamarán.

—¿Eso crees?

—Conozco al director, estoy segura. —Me ofrece un guiño—. Pero no lo escuchaste de mí.

Compartimos una sonrisa y luego es todo, no hablamos más porque salimos a la sala de espera. Ella llama al siguiente en la lista y yo me marcho, pero no sin antes tomar un panecillo para el camino.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora