Capítulo diecisiete

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JOY

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JOY

Como sacados de un cuadro

Es casi demasiado extraño ver a Alex vestido de traje. No porque le luzca mal, en realidad es todo lo contrario. El hombre se ve guapísimo de un modo escandaloso. Claro que ya me lo parecía desde antes, mentiría si dijera que no. El problema es que, aunque no hace ningún comentario, creo que hay algo que le molesta.

—¿Siempre te pones así de nervioso? —le pregunto sin dejar de ver el camino mientras conduzco hacia nuestro destino.

—¿De qué hablas?

—De cuando tienes que ir a grabar una escena.

—Hoy no voy a grabar una escena.

Chasqueo la lengua.

—No, pero interpretarás un personaje. Es casi lo mismo, solo que no habrá cámaras grabándote a ti.

—No es lo mismo ni de cerca, Joy. Cuando vas a un set a filmar una escena, todo el mundo sabe que es actuación. Hoy lo que haré es mentirle a un hombre moribundo y a quién sabe cuántas personas más.

—Vaya, dicho así suena terrible.

—De cierto modo lo es, aunque sepamos que es por una buena causa.

Nos detenemos en un semáforo en rojo, lo que me da la oportunidad de voltear a verlo a la cara. A diferencia de días anteriores, hoy Alex lleva la barba impecable.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto, Alex?

Lo miro a los ojos con mucha seriedad, con las cejas enarcadas. Él resopla, aparta la vista y asiente.

—Por favor no me hagas caso. Me incomoda un poco la situación y temo que algo vaya a salir mal, pero no lo voy a arruinar. Para cuando lleguemos a nuestro destino, habré asumido bien mi papel. Te lo prometo.

—De acuerdo, Mr. Cullen.

Mi respuesta le hace reír y, con ello, la tensión de sus hombros se relaja.

Así que el resto del camino hablamos de tonterías para distraerlo de pensar en los inconvenientes o cosas que podrían fallar en el encuentro que tendrá con Shelley y su papá. Le cuento anécdotas graciosas de cuando era adolescente y los problemas en los que Della, Li y yo nos llegamos a meter alguna vez.

—Thad y yo conocimos a Li en un club de la universidad —me cuenta—. No entiendo cómo es que nunca coincidimos contigo o con Della en aquel entonces. Es seguro que él las mencionó alguna vez, pero solo tengo vagos recuerdos.

—Nosotras fuimos a otra universidad y, bueno, tú sabes... la vida universitaria siempre es ocupada. Apenas veíamos a Li unas cuantas veces en aquella época. Supongo que por eso no coincidimos antes.

—Debe ser.

Asiento y luego, al caer en cuenta de algo, frunzo el ceño.

—Espera un minuto, cara de tlacuache... ¿así que sí fuiste a la universidad?

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora