Capítulo treinta y cinco

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ALEX

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ALEX

Jueves 12 de enero

De apodos y leyendas prehispánicas

Joy lleva dos días intentando localizar a Chantria Bush sin éxito alguno. La chica ignora los mensajes, desvía las llamadas y ha conseguido que el encargado del edificio donde vive ya no nos permita la entrada. A Joy eso la tiene desesperada, angustiada y también furiosa.

—¡Estoy hasta las narices! —refunfuña mientras se acerca a mí, que recién terminé de acomodar los paquetes de Coklatkopis en el estante del mostrador.

Seguro otra vez le saltó el buzón de voz. Menos mal que Caffeine está en uno de esos poco comunes momentos de no tener clientela o ya habría espantado a todos.

—¿Chantria sigue sin dar la cara? —inquiero en un intento por invitarle a desahogarse.

—Sí —arruga la nariz y frunce los labios—. Pero no fue ella la que me envió al buzón, fue Shelley. Ya sabes que ella tampoco me contesta.

Esbozo una mueca. Ah, su otra preocupación.

—¿Quieres intentar llamarle de mi teléfono?

—Quiero inventar una máquina del tiempo y regresar al pasado para abofetearme cuando se me ocurrió todo lo del Hada Madrina. —Tira de su cabello y suspira—. ¿Por qué no te hice caso, Bizcochito? —su mirada se dirige hacia Della, quien va saliendo de la bodega con cara pálida y expresión de malestar.

—¿Huh? —le responde ella de forma maquinal mientras que, sin ponernos atención, comienza a prepararse un té.

La frente de Joy se frunce. Estudia a Della por unos segundos, lo suficiente como para determinar que algo le ha pasado a su amiga, y luego me echa una mirada a mí. «Sí, también lo noto» le indico en silencio. Joy tuerce el gesto.

—¿Bizcochito? —insiste.

—¿Um?

—¿Ha sucedido algo?

Della no dice nada por un instante. Termina de servirse el té y luego, con la taza humeando entre sus manos, se vuelve hacia nosotros sin mirarnos a la cara. Cuando parece que va a hablar, titubea. Se me ocurre que quizá su indecisión se deba a mi presencia, así que me dispongo a decirles que les daré espacio para conversar a solas, pero...

—Es Felicity —suelta Della.

—Oh, no —Joy chasquea la lengua—. ¿Se ha metido en problemas de nuevo?

Della me ofrece una breve mirada de incomodidad y aprieta los labios antes de concentrarse en Joy.

—¿Recuerdas que te dije que, cuando volvimos de Cornerstone, le pidió a Li que se reuniera con ella porque tenía un favor importante que pedirle?

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora