𝑙𝑎 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 [OO1]

305 43 17
                                    

A veces cuando mirabas arriba era como si estuvieras en una película, donde alas y brillos caían a la tierra en forma de mariposas, haciendo a los habitantes de la tierra sonreír al imaginarse algo grande, una existencia nueva.

La sola idea era preciosa.

Los dioses no eran todo lo que decían los libros, podía haber cosas que concordaban con la realidad y otras que fueron sacadas de contexto para el beneficio de la humanidad, ya que, entre más nuevo fuera el libro, menos basado en la verdad era. Así era la vida en la tierra.

En el nuevo testamento decía que el dios de los cielos era malo, que guardaba mucho odio en su corazón y gustaba desquitarse con los humanos al ser los más débiles que los suyos. 

Y aunque Dios Dio no era como lo pintaban en los libros de la tierra, y mucho menos en los cuentos que le contaban a los niños, lo que sí era cierto eran los castigos, y no porque los odiara, sino porque parte de su trabajo es mandar castigos a todo aquel que hiciera mal, ese es su deber como un dios.

Hacer pagar los grandes errores de los humanus.

Pero todo era diferente con Dios Luz, a él lo pintaban como un ángel que solo vino a iluminar la tierra con su amor y palabra bondadosa, lo cual en parte era cierto; Luz era amor con sus hijos, pero parte del trabajo todo Dios era castigar si se cometía algo realmente grave y la sociedad del mundo humano lo alababan desde generaciones atrás y aún había grandes multitudes siguiendo la palabra mientras ocultaban la verdad que ni siquiera era tan mala como se hacía saber.

¿Por qué Luz era visto como el bueno y Dio como el malo? No había ninguno que lo fuera, sólo se tomaron caminos diferentes y cada uno hizo algo diferente en sus tierras.

¿Por qué la sociedad insultaba a Dio sin conocerlo?

Malditos sean aquellos libros que sólo pintaban la historia favoreciendo sólo a uno cuando no sabían con exactitud como eran.

Pero, ¿Quién cambió toda la historia?

[...]

Liam fue uno de los últimos hijos que Dios Dio decidió crear. La decisión había sido tomada desde el concejo de dioses en el cielo, los cuales habían mencionado que era hora de que los ángeles se hicieran cargo de encontrar pareja y avanzar, y aunque Dio estuvo de acuerdo y lo mencionó a sus hijos, la mayoría no lo aceptó, pero él no aceleraría las cosas, cada uno sabría en que momento traer a sus propios hijos. 

Capacitados todos estaban después de que tuvieran que actuar de padres con los más pequeños, aunque algunos si unieron su vida en matrimonio con otro ángel y habían traído más ángeles al cielo.

Pero seguían siendo pocos, lo cual preocupaba a los dioses supremos, que de todos modos no habían hecho nada para cambiar aquello. No querían el enojo de Dio por eso.

Cada uno al tener una edad aproximada de sesenta años, ya que eran adultos, se le asignaba un recién nacido para que lo guiará por su camino apoyando sus decisiones aunque ellos no podían verlos, pero se sentían seguros a su lado. Los ángeles guardianes han existido desde los inicios de la vida humana y seguiría así hasta el fin de ella.

También estaban los bebés que eran creados y mandados a la tierra días antes de su supuesto nacimiento, ellos los cuidaban y los mandaban un día antes por el camino largo para que fuera más fácil. El proceso de como eran transportados al estómago de la madre o padre era otra cosa, pero gracias a los ángeles guardianes los bebés llegaban a su hogar.

El camino era seguro y custodiado por ángeles de un rango más arriba.

El reino de los cielos es tranquilo, de lunes a sábado era paz y amor, los domingos eran para que los angelitos salieran de su zona de confort e hicieran lo que quisiesen, incluso Dio se unía a ellos porque él también necesitaba de un descanso.

Hoy al ser domingo la gran parte del pueblo se encontraba en la casa de Raziel, el cual vive más allá de las montañas de nubes, que por las noches la luna las ilumina y crea pequeños destellos en el cielo. Liam y sus hermanos más cercanos no gustaban tanto de ellas, por lo cual salían a pasear por el pueblo viendo lo pequeño que son los humanos bajo suyo.

— ¿Alguna vez fuimos como ellos? —Preguntó Liam con suavidad. Al tener solo dieciocho no sabía mucho de la vida humana pues seguía en su niñez, pero era muy curioso desde su nacimiento, sumado a que le habían enseñado el funcionamiento del pueblo y lo que sería su trabajo dentro de cuarenta y dos años más, pero sobre los humanos no mucho.

Solo sabía que nunca se les concedieron sus alas para poder diferenciarlos.

—Padre Dios dijo que nosotros somos diferentes pero a la vez similares... no lo entiendo. —Haniel rodó sus bellos ojos color miel, mismo color que compartía con sus hermanos.

—Se refiere a que ambas especies tenemos uso de razón, somos capaces de valer por nosotros mismos a cierta edad; compartimos inteligencia y habilidades especiales, que también compartimos con otro grupo de personas. — Acarició los cabellos rizados del menor sin apartar su vista de los humanos. — Recibimos muchos dones que al crecer se van desarrollando, aunque ellos lo llaman capacidades. —Terminó por decir Raguel, al ser la mayor era la que más sabía de la vida en el cielo como en la tierra, a sus cuarenta y nueve años se le podía considerar como una adulta aunque estuviera en la adolescencia.

Posiblemente era su afán por los libros los cuales causaban eso.

—¿Podríamos compartir algún tema de conversación con ellos? Me gustaría mucho que me enseñarán algunos de sus juegos y yo enseñarles a jugar bála. —Tomó las manos de su hermana sonriendo.

Ella negó lento. —No es posible, nuestra vida sólo se basa en guiarlos por el camino que ellos escojan sea bueno o malo, pero hay que cuidarlos sobre todo hasta que llegue su hilo rojo. Cuando entres en la adolescencia te enseñarán todo eso, aún estás muy pequeño.

Liam no quería esperar, quería las respuestas ya, y el aleteo en sus pequeñas alas se lo hacía saber a la mayor.

—¿Nosotros también tenemos un hilo rojo? —Preguntó mirando cómo Haniel tiraba pequeños trozos de nube a la tierra.

¿Qué es lo que pasaba con ellas cuando llegaba al piso?

La pregunta resonó en su cabeza mientras recostaba su cuerpo sobre la nube gris con olor a lombriz. 

— No hemos entrado a ese tema aún, pero en cuanto miss Iméra me explique, te daré todas las respuestas a tus preguntas, ¿Si, mi amor? —Preguntó con ese tono cariñoso que hizo reír al menor.

Al no tener una madre y un padre como algunos ángeles del pueblo, a Raguel le había tocado cumplir ese título al ser la mayor de los tres. 

Los ángeles eran dividos en secciones por su color de ojos y al ser muy pocos con ojos color miel, eso ponía más difícil la situación de los tres. No sólo eso, la mayoría ya pasaba de los sesenta y tenía sus propias responsabilidades, y aunque ambos castaños llegaron en diferentes años, Raguel se hizo cargo sin importar nada.

Dios Dio la ayudó en lo que pudo, ya que al tener un cargo grande tenía que estar al pendiente de muchos más habitantes.

Pero eso no le impidió a Raguel hacerse cargo. Y Liam y Haniel la amaban tanto por ello.

á𝑛𝑔𝑒𝑙 𝑔𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖á𝑛Where stories live. Discover now