𝑚𝑖𝑠𝑖ó𝑛 [OO2]

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Los ángeles miraban curiosos como el moreno buscaba a su alrededor al amor de su vida, ya que desde que nacen, cada bebé tiene un hilo de color rojo en su dedo meñique, el cual los conecta a la persona indicada, y el moreno desde hace meses se había propuesto encontrar la otra parte, y hoy, a sus veinticinco años no había logrado nada.

El ángel Liam, que había estado en todo el recorrido del chico, tenía un nudo en su garganta por lo que tenía que hacer. Nadie le había dicho que ser un ángel guardián tenía consecuencias difíciles.

¿Cómo le diría a ese chico de cara hermosa que su hilo rojo ya no está más en la tierra?
No hace tanto tiempo que su hilo rojo había abandonado el lugar, pero hasta ese momento se había tomando la decisión de decirle lo que pasó con aquella chica.

—¿En serio tengo que ir yo? Tengo mucho miedo de como vaya a reaccionar. Saben lo sensible que puedo ser a veces. —Liam jugó con sus manitos mientras Haniel acariciaba su cabello.

—Es lo que todo un ángel tiene que hacer. No eres el primero ni el único que tiene que hacer eso, cariño. — Liam quiso llorar cuando de la boca de su hermana salió eso, en cambio se apachurró más al cuerpo de Haniel con tristeza. — Eres fuerte, ya verás que podrás con eso. —Raguel animó sentándose al lado de sus hermanos.

Liam se acurrucó más en los brazos del mayor y negó. —¿Él estará solo para siempre? 

Según lo que ellos sabían, después de que el hilo se rompía muchos quedaban devastados y morían. Otros encontraban a otra persona y vivían felices, más ese amor nunca lograba llenar su corazón.

Todo era muy confuso para nuestros pobres angelitos.

—Hijo, los humanos sólo tienen un amor verdadero —Habló su padre acercándose a ellos. —Si lo pierdes no será lo mismo con otra persona. No es lo correcto.

— Pero algunos humanos creen que tienen tres amores verdaderos —Subió un dedito —; el que fue el correcto pero en el momento equivocado, —Subió otro dedito —con el que comparten la vida —Otro —y al que nunca conocen. —Liam ladeó su cabecita mirando a su padre confundido mientras bajaba su manito. —¿Entonces ellos están mal?

—Cada ser humano piensa diferente y es libre de hacerlo, hijo mío, —Puso una de sus manos encima de la cabeza de Liam, —pero solo yo escribo lo que va suceder.

—Entonces padre, ¿Usted mató al hilo de ese pobre chico? 

La voz temblorosa llamó la atención del resto.

Dio les sonrió mientras negaba con suavidad. —No, hija mía, a veces su tío destino se encarga de cambiar algunos hechos, momentos, sucesos por razones que jamás sabremos. Pero a nosotros sólo nos queda aceptarlo y esperar hasta que su alma regrese aquí para instalarlas con las demás. 

Los tres angelitos dijeron que sí con su cabecita. —¿Cómo es que él no se ha notado que está roto? —preguntó Haniel confundido.

—Muchos se niegan a creer que su otra mitad ya no está con ellos y se ciegan. Ese chico ha regresado a ese mismo lugar solo porque ahí fue donde sintió el tirón por primera vez, sigo sin saber cómo es que falló la conexión entre ellos y llegó a pasar aquello. —Los angelitos bajaron su cabecita tristes, pues ellos habían presenciado la muerte de la chica. Se sintieron mal al no poder hacer nada por ayudarla, pero su angelito no llegó a tiempo, y al tener prohibido hacer el trabajo de otros, ella había fallecido. —Por eso un ángel tiene que visitarlos y hacerles saber lo que pasó mientras duermen. —Los tres volvieron a asentir.

—Pero no quiero verlo triste, padre —Liam hizo un puchero. 

El moreno era su humano, aquel por el cual tenía que ver y hacer lo que fuera por su beneficio. Pero esto era diferente.

á𝑛𝑔𝑒𝑙 𝑔𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖á𝑛Where stories live. Discover now