Capítulo 20

22 4 1
                                    

Wyatt en la multimedia.

✨☁️✨

–Tú si eres pasao', vale. Nawebona. —Will alzó ambas cejas por mis palabras en un gesto de clara confusión, vuelve a sacar otro tequeño de mi taza encogiéndose de hombros riéndose.— ¿y vas a seguir, mijo?, por lo menos pídeme uno con decencia.

—Pues, ¿por favor? —respiré profundo antes de reírme por su descaro relajándome.

—Te la dejó pasar porque me vas a brindar un patacón a la salida y porque te estas convirtiendo en un hermano mío.

El azabache rió por mis palabras antes de mirarme fijamente.

—Por un momento tuve un pequeño recuerdo de mi infancia... —mencionó pensativo, apoyando su mano debajo de su mentón.— mis padres solían viajar mucho cuando era un niño y creo que en una de esas vacaciones fuimos a Venezuela, es un recuerdo vago, pero creo que el lugar se llamaba ¿tu-lalas?, era una cosa así.

—Me imagino que viajaste cuando la cosa no estaba tan fea.

—Sip, ya recuerdo, los supermercados estaban llenos y la gente estaba alegre por las calles.

—Ahora yo recordé mi infancia. —suspiré con dramatismo sonriendo de lado.— supongo que te refieres a Tucacas.

—Si, eso mismo. Mis padres en ese entonces estaban obsesionados con Latinoamérica, pero recordando aquí, es esa playa, tengo la certeza de que nos conocemos desde antes.

—¿Tú me estás hablando en serio? —pregunté confundida pero él no negó, sólo afirmó muy seguro de lo que decía.— ¿cómo?, o sea, si, solíamos ir a la playa antes, disfrutar y quemarnos sabroso, pero, espera... eso tengo que comprobarlo, creo que mami tiene el álbum en algún sitio o en la computadora.

—Mi madre también tiene un álbum de esas vacaciones, voy a pedírselo, pero probemos con el tuyo primero. ¿Vamos después de comer? —asentí guardando mi celular antes de cerrar la taza con los dos tequeños que le había reservado a Lily. —perfecto, entonces nos vemos a la salida, loca.

—A veces me pregunto si debo enseñarte más apodos en español o dejarte ser. —lo hice reír y se levanto cuando tocaron el timbre, guiñándome un ojo divertido.

—Es divertido dejarme ser, quizás en el futuro diga lo contrario de ahora, pues sé que no estoy tan claro en el idioma, pero me alegro conocerlas a ustedes.

Y antes qué le preguntara a qué se refería me dejó sola en la mesa de la cafetería en la que nos encontrábamos, suspiré cerrando mis ojos.

Esta vaina se estaba saliendo de control o alguien estaba escribiendo tremenda novela de mi vida.

Demasiado arrecha, pues.

—¡Agnesia!

—¿Por qué, madrecita?, ¿qué hice mal ahora? -me quejé bajo escuchando al rubio reírse antes de sentarse frente a mi, con su uniforme como debía ser, no traje de pollo.

Escape y ya me encontró.

—La broma, eso fue lo que hiciste mal. —explicó con diversión metiendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.- vengo en son de paz, así que relájate.

—¿Tú?, ¿son de paz?, pero sí has sido tú el que inició nuestra guerra de bromas.

—Touché, pero no es lo que venía a hablar contigo.

—¿Entonces qué es?

—Que maravillosamente ambos van a interpretar una obra que escribí.

La VenezolanaWhere stories live. Discover now