Capítulo 8: Esto quizás sea un adiós

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Cinco horas después, cuando por fin llegamos al hotel, Kira seguía cabreada y sin hablar con nadie. Había intentado iniciar una conversación varias veces durante el vuelo, pero sólo había recibido gruñidos y malas caras como respuesta. Comprendía que le estresase estar con más gente debido a su problema social pero esa actitud era demasiado infantil, y yo también me estaba enfadando.

Llegamos a la recepción del hotel, era un sitio demasiado lujoso, con paredes de cristal, techos abovedados y un mobiliario que debía de ser carísimo. Kira pagó por los cuatro a regañadientes y subimos a buscar nuestras habitaciones. Iba repasando los folletos en el ascensor cuando descubría algo desagradable.

-¿Sólo hay habitaciones para parejas? Todas tienen cama de matrimonio…

Kira se encogió de hombros.

-Esa era la gracia del viaje- dijo secamente.

-¿Quién duerme con quién entonces?- preguntó Sara a mi lado.

La miré horrorizada. Obviamente pensaba que ella dormiría conmigo. La había traído por ese motivo, pero mi amiga no parecía muy dispuesta a hacerme caso.

-Yo duermo con Érica- respondió Kira al momento- Los acoplados haced lo que os dé la gana.

La reprendí por ser tan grosera pero en el fondo me alegré bastante. Aunque había traído a mi amiga para evitar esto me hacía feliz saber que Kira prefería estar conmigo.

-¡De eso nada! Ya tiene bastante la pobre con aguantarte durante el trabajo. Además no eres una buena influencia, Kira- le dijo Proust airado- Yo dormiré contigo.

-Prefiero suicidarme- le contestó mi escritora.

-Bueno, bueno- intervino Sara- Ya que Kira no quiere dormir con el profesor y que Érica necesita un descanso yo dormiré con ella.

Kira parecía asqueada pero por algún motivo no dijo nada en contra y Sara se la llevó a rastras al dormitorio. Yo me quedé en el pasillo paralizada con el profesor a mi lado. Iba a matar a Sara y también a Kira por no negarse. ¿Dónde quedó eso de dormir conmigo? ¿A ella le valía cualquiera o qué? Estaba tan cabreada que echaba chispas. Cogí a Álex por la chaqueta y lo llevé a la otra habitación. Si ella pensaba ignorarme yo no iba a quedarme atrás.

Era muy tarde y no habíamos dormido nada todavía, así que después de cenar decidimos acostarnos para poder levantarnos temprano mañana e ir a la playa. Durante la cena quería preguntarle a Kira si realmente le parecía bien dormir con Sara pero no me atreví. Si me contestaba que sí me hubiese sentido realmente mal. Ella parecía ausente e incómoda y no habló absolutamente nada. Ni si quiera cuando Sara le acosó con preguntas sobre sus libros. Sólo asentía o negaba poniendo mala cara. Ni cuando volvimos a las habitaciones se dignó a decirme buenas noches.

Aunque yo fuese una persona que se irrita con relativa facilidad, mis enfados duraban muy poco y en seguida pasaba de  sentirme enfadada a estar triste. Supongo que esta vez sí tenía parte de culpa del enfado de Kira ya que yo había invitado a Sara a venir con nosotras, pero a Proust no lo había invitado nadie y allí estaba. Al menos no era todo culpa mía.

Me sentía horriblemente incómoda por tener que dormir con el profesor. Estaba segura de que se estaba saltando un par de normas de la universidad esta noche, pero él parecía bastante contento. Yo no podía parar de recordar aquella extraña cita que tuvimos y cada vez me ponía más nerviosa. Además tenía a Kira durmiendo con mi supuesta amiga y depredadora sexual en la habitación de enfrente. Quería convencerme a mí misma de que no iban a hacer nada. A pesar de que Sara fuese increíblemente lanzada, Kira no estaba interesada en el sexo (al menos en teoría) y podía ser muy intimidante.

El misterio de Valquiria (YURI)Where stories live. Discover now