Capítulo 16: Nuestra última cita

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Sara se estaba vengando por los dos meses que tuvo que tomar apuntes en mi lugar. Por lo general, mi amiga no atendía mucho en clase pero desde que había vuelto de la gira, ya ni si quiera lo intentaba. Pasaba toda la mañana mandándole mensajes a un novio nuevo que había conocido en algún bar mientras yo me esforzaba por seguir las clases y ponerme al día. En el fondo se lo agradecía un poco. Tenía tanto trabajo atrasado que casi no tenía tiempo de pensar en nada que no fuese la facultad. Ni mi amiga ni yo habíamos hablado de Kira. Aunque la editorial hizo grandes esfuerzos por ocultar todo el tema de las fotos, no habían podido parar los rumores. Con que una sola de esas fotos se hubiese subido a internet ya lo teníamos todo perdido. Esos rumores habían llegado a mi facultad y, si bien nadie se atrevía a preguntarme directamente, notaba las miradas curiosas de mis compañeros. Afortunadamente, mi amiga sabía lo complicado que era el tema y no había querido avasallarme con preguntas que no iba a poder responder. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo arreglaba esto? Para evitar que los malditos rumores se confirmasen, había decidido no pasarme por el piso de Kira por el momento y ella tampoco me había llamado. A decir verdad no habíamos vuelto a hablar desde que volvimos de la gira y Proust nos llevó a casa.

Por supuesto que estaba preocupada, estaba tan preocupada que no podía dormir pero no sabía que podría decirle si la llamaba. No tenía una forma de solucionar esto y me daba miedo lo que ella pudiese estar pensando. No podía ignorar el tema para siempre pero, al menos pero ahora, no quería enfrentarme a ello.

-¿Fiesta salvaje esta noche?- me preguntó Sara sacándome de mis ensoñaciones.

-No tengo ánimo para eso- contesté taciturna.

-¡Precisamente por eso! Tú déjamelo a mí.

La miré de reojo y suspiré cansada. Era inútil llevarle la contraria, me convenció para que estuviese en su casa a las siete y volví a mi casa realmente derrotada. Todo este estrés me estaba pasando factura. Cuando se fue acercando la hora acordada me puse lo primero que encontré y caminé desganada hasta la casa de mi amiga. Desde luego que no tenía el cuerpo para fiestas pero supongo que no me vendría mal despejarme. Cuando llegué, Sara aún estaba tratando de encajarse en un vestido diminuto.

-¿Cuál es el plan entonces?- Le pregunté mirando mi falda sosa y mi camiseta. Realmente éramos como el día y la noche.

-Vamos a cenar en parejas.

-¿Qué? ¡No necesito que me busques citas!

-No te he buscado nada, es sólo que me he ligado a alguien conveniente- me dijo guiñándome un ojo.

-¿Qué quieres decir?

-¡Ya lo verás!

No quiso decirme nada en todo el camino hasta el restaurante y yo empezaba a enfadarme de verdad. Sabía que su intención era buena pero buscarme un rollo de una noche no era la forma de solucionar mis problemas. Iba pensando en todas las escusas posibles para escaquearme de esa estúpida cena cuando reconocí a las dos personas que nos estaban esperando sentados en una mesa apartada del restaurante. El "ligue conveniente" de Sara era Ian el amigo de la infancia de Kira y sentado a su lado estaba ella, con un gorra nueva que le tapaba toda la cara y con aspecto de estar más paranoica que nunca. Aunque a efectos generales ella seguía siendo algo así como mi novia, casi hubiese preferido que Sara me hubiese organizado una cita con cualquier desconocido. ¿Qué se supone que le iba a decir? Me puse tan nerviosa que me dieron ganas de vomitar.

-Vamos Érica, tienes que solucionarlo ya. No puedes estar así toda la vida- me susurró mi amiga mientras caminábamos hasta la mesa.

Yo asentí preocupada y me quedé detrás de Sara mientras ella se comía a besos a Ian como saludo. Kira también parecía nerviosa, me sonrió un segundo y agitó la mano como saludo mientras me sentaba a su lado.

-No me has llamado...- le dije medio susurrando yo también.

-Lo siento. He estado escribiendo.

De pronto parecía que no tuviésemos nada que decirnos. Era como si fuésemos dos desconocidas. Sólo necesitaba que ella me dijese que todo estaba bien y que me sonriese como siempre, pero en lugar de eso parecía incómoda y violenta y yo me sentía fuera de lugar.

-¿Has adelantado algo de la novela?- pregunté intentando romper el hielo de alguna forma.

-Más o menos.

Ella no parecía muy dispuesta a hablar y yo sólo podía pensar en salir huyendo de allí. Miré con furia a mi amiga que se encogió de hombros como disculpa.

-¿Y vosotros desde cuándo os conocéis?- pregunté bruscamente a Sara.

-Desde hace un par de semanas... nos conocimos en un bar.

Asentí pensando desesperadamente en qué más podría decir para seguir la conversación. Kira miraba por la ventana absorta, como si su mente no estuviese allí esa noche, como si a pesar de estar sentadas la una junto a la otra, estuviésemos a kilómetros de distancia.

Sara terminó por hacerse cargo de todo. Tenía una facilidad sorprendente para salvar momentos incómodos, consiguió encauzar la conversación de forma que la cena pasó sin más contratiempos, aunque Kira y yo no volvimos a dirigirnos la palabra. Después de cenar me inventé que me dolía la cabeza y me dirigí a casa con paso rápido. Sólo quería llegar a mi cama, taparme hasta las orejas e intentar olvidar todo. Hacer como si nada pasase. Como si no supiese que algo se había roto entre Kira y yo y no tenía forma de repararlo.

-¡Espera Érica!

Me volví sobresaltada para ver a Kira corriendo hacia mí. Estuve tentada de echar a correr yo también, pero me contuve.

-Te acompaño a casa- me dijo pensativa.

Yo asentí y seguimos caminando casi sin mirarnos. La cabeza me daba vueltas pensando en cómo podía decirle todo lo que pensaba, ideaba mil formas de empezar la conversación, mil cosas que podría decirle, que me daba igual lo que pensase la gente, que a pesar de que quisiese gritarle a todo el mundo que la quería, podía fingir que entre nosotras no pasaba nada si con eso podía seguir a su lado, que quería estar con ella costase lo que costase, doliese lo que doliese, pero de mi boca no salía ni media palabra.

-Érica... yo no voy a poder...

Me giré de un salto y la miré sobrecogida. Sabía de sobra a qué se refería.

-He estado pensando mucho en esto... creo que ya estoy en mi límite...

A pesar de ser una escritora tan famosa, no le salían las palabras. Siempre pensé que cuando este momento llegase no podría parar de llorar, pero en lugar de eso sólo asentí.

-Ya lo sé- susurré- Te meterías en problemas con la editorial si nos pillasen de nuevo.

-¡Me importa una mierda la editorial! Soy yo... ¿Entiendes? No puedo... ¡No se tratar con la gente! ¡Compré un bloque entero con tal de no tener vecinos!

Kira comenzó a soltar excusas sin sentido. No necesitaba oír nada más. Lo sabía desde el primer momento, sabía que ella no soportaría que lo nuestro se hiciese público. No soportaría que la gente hablase de nosotras. Que le preguntasen por su vida privada. Todo este tiempo sólo había estado engañándome a mí misma. Kira era Kira. Si aceptó ir de gira y todo lo demás fue por mi insistencia, ella nunca se sentiría cómoda fuera de su piso a oscuras ni querría más compañía que la de sus gatos. Todo lo demás sólo habían sido ilusiones mías. Suspiré para coger fuerzas y la miré a los ojos.

-Está bien. Le diré a Proust que te busque otra ayudante. Suerte con tu libro.

Ella asintió en silencio y se quedó allí, plantada en la acera, mientras me alejaba.


El misterio de Valquiria (YURI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora