Capítulo 5: ¿Tengo competencia?

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Otra vez estaba cabreada con Kira y otra vez me encontraba en su portal, como si fuese su perrito fiel. Desde el sábado no había vuelto a verla y ya estábamos a martes, parece que mi determinación sólo había durado un par de días. Después de mi extraña cita con el profesor, no tenía ganas de verla de nuevo.  Por lo visto para Kira las palabras ayudante y esclava debían de tener un significado parecido si se creía con derecho de poder decidir sobre mi vida privada. Estaba bastante convencida de que no iba a volver a su piso pero ayer me llegó un paquete por correo con una nota suya y las llaves de su casa. “No vuelvas a venir antes de las dos de la tarde”.

Me enfadó un poco la nota pero suponía que, para alguien como ella, dejarle las llaves de su casa a otra persona ya debía de ser un logro y, otra vez, me emocioné un poco. Así que allí estaba nuevo, como si fuese tonta, esperando a ver que locuras se le ocurrían hoy a aquella escritora chiflada.

Entré con mi llave en el piso y me asaltó un olor horrible. Otra vez, aquello estaba hecho un desastre. No había tirado la basura y la arena de los gatos estaba a rebosar de cosas en las que prefería no pensar. Todas las persianas estaban bajadas y la única luz que había era la de su portátil. Tenía un montón de ceniceros llenos hasta arriba y la casa entera apestaba a tabaco. Kira estaba sentada en el sofá con la cabeza apoyada en el teclado, medio ida. Vestía la misma ropa del sábado y tenía las ojeras más pronunciadas que he visto en mi vida.

-¿Pero qué ha pasado aquí?- Pregunté alarmada.

-¿Érica?- dijo levantando la cabeza- No hay manera, no me sale nada bueno…

Parecía desesperada. Miraba frustrada la pantalla del ordenador y escribía frases que borraba después. ¿Quizás había estado así desde el sábado? A juzgar por cómo estaban su casa y ella misma era muy probable. Me sentí un poquito culpable por no haber venido ayer. Estaba claro que Kira no podía cuidarse sola, no sabía cómo demonios había permanecido viva hasta ahora.

-Bueno… si estás bloqueada es mejor que descanses, ve a ducharte y mientras intentaré arreglar esto.

Ella asintió y se fue tambaleándose hasta el baño.  Tampoco había comido nada decente en estos días, alrededor de la mesa sólo había envoltorios de pizza y hamburguesas. Limpié un poco y cociné algo con la poca comida que encontré en la nevera. Le puse el almuerzo y el café en la mesa y quité de en medio el portátil.

-Come y relájate un poco- le ordené.

Ella parecía de nuevo un felino fuera de su hábitat. Sentada medio en cuclillas en el sofá observaba el cuarto ahora limpio con desconfianza.

-¿Qué día es hoy?- me preguntó de pronto.

-Martes. ¡Por lo menos deberías saber en qué día vives!

-Creo que tenía que hacer algo el martes…- comentó pensativa- pero no recuerdo el qué.

-Por ahora cómete eso.

Ella era un completo desastre. Me contó que llevaba desde el sábado intentando avanzar con su novela pero estaba completamente bloqueada. Por lo visto, era la primera vez que le pasaba algo así y se sentía frustrada. Yo intenté ayudar como pude, leí lo que llevaba escrito y le di ideas nuevas.  La historia se parecía a una de mis relaciones. El primer año de universidad había conocido a un chico que estaba terminando la carrera. Él era el típico chico popular y yo la que pasa el día estudiando. No guardaba buen recuerdo de los meses que estuvimos juntos, aunque por ser mi relación más reciente, le había hablado mucho de él a Kira y por lo visto lo había tomado como ejemplo. Sin embargo era cierto que no le estaba saliendo bien. A ella le costaba entender los sentimientos de los personajes y no era capaz de plasmarlos como es debido.

El misterio de Valquiria (YURI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora