Capítulo 10: Los sentimientos de Kira

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Cuando quise darme cuenta estábamos en su cuarto. No podría decir cómo habíamos llegado hasta allí ni a dónde había ido mi ropa. Sólo sabía que Kira estaba encima de mí y que mi cabeza iba a explotar. Llevaba tanto tiempo soñando con esto que parecía imposible que estuviese pasando de verdad. Intenté mantener algo de cordura mientras ella se quitaba la camiseta y pude ver por fin todos sus tatuajes. ¿Realmente íbamos a hacerlo? Me hubiese gustado saber en qué momento Kira pasó de ignorarme y afirmar que no estaba interesada en relacionarse con nadie a estar conmigo desnuda en la cama, y a pesar de que estuviese a punto de morir de felicidad mientras ella me besaba, no podía parar de pensar que en cualquier momento pondría una cara extraña y se largaría sin más. Por si acaso, la abrazaba todo lo fuerte que podía para que no se escapase.

Nunca imaginé que ella podía ser tan tierna. Aunque me hubiese asegurado que no tenía experiencia, sus besos eran suaves y apasionados a la vez y a mí me estaban volviendo loca. Sentía su cuerpo pegado al mío y sus manos comenzaron a bajar por mi vientre, empezaba a costarme respirar cuando oímos un ruido en salón y nos quedamos paralizadas.

-¿Kira?- Preguntó la voz del profesor Proust desde la entrada.

Ella se puso roja de rabia, cogió su ropa y salió del cuarto murmurando algo que sonaba como “voy a matarlo” mientras yo intentaba vestirme a toda prisa sin tener ni idea de qué demonios pasaba. Conseguí localizar mi camiseta y mis pantalones y salí disparada detrás de ella, en su salón, se habían reunido un grupo de gente extraña encabezados por Proust que parecían bastante animados. Yo no reconocí a nadie más que al profesor pero Kira si parecía saber quiénes eran los otros tres hombres de traje que la miraban entusiasmados.

-¿Pero que coño hacéis aquí?- les gritó furiosa.

-Bueno, bueno, relájate, hemos venido a celebrar, es tu primera aparición en público ¿No? Los chicos de la editorial están entusiasmados.

Supuse entonces que aquellos hombres deberían de trabajar en la editorial que le publicaba los libros, aunque yo también tuviese ganas de matarles por haber estropeado el momento, en el fondo, podía entenderles. Su huraña escritora estrella comenzaba a presentarse en sociedad. Podían hacer mucho dinero con eso.

-Sólo queríamos felicitarte- dijo uno de los tipos trajeados con una amplia sonrisa- Estamos muy contentos de que hayas reconsiderado lo de aparecer en público.

-¡No he reconsiderado nada! ¡Me apeteció y punto!

Antes de que me diese cuenta se había formado una buena discusión en su salón. Kira estaba bastante enfadada y los gatos bufaban nerviosos subidos a los sillones. Los pobres hombrecillos con traje intentaban por todos los medios convencerla de que hiciese una especie de gira firmando libros por todo el país y ella parecía estar a punto de matarlos. Proust intentaba mediar entre ellos y sólo les miraba como una idiota.

-¡Bueno ya es suficiente!- grité de pronto perdiendo los nervios.

Para mi sorpresa todos se quedaron callados, me miraban desconcertados como si acabasen de darse cuenta de que estaba allí y eso me enfadó aún más.

-¡Vosotros no tenéis derecho a entrar en la casa de nadie exigiéndole cosas que no quieres hacer!- les dije a los del traje- ¡Y tú deberías colaborar un poco, es parte de tu trabajo!

Kira me desvió la mirada molesta e inexplicablemente después asintió. Los demás me miraron con admiración, como si observaran a una especie de diosa. Deberían de estar preguntándose quién era aquella muchacha escuálida que le daba órdenes a Kira Baker.

-¿Cuál es tu nombre?- me preguntó uno de ellos acercándose a mí y tendiéndome la mano.

Ahora que me fijaba no parecía ser tan mayor como había pensado, no debía pasar de los treinta y era un tipo bastante guapo.

El misterio de Valquiria (YURI)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum