Capítulo 8: Un mal día.

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Si le hubieran preguntado en ese instante, Izuku habría dicho, sin duda alguna, que hoy era uno de los peores días de su vida.

Acuclillado en el suelo de la sala de almacenaje, con la espalda apoyada sobre la pared y su trasero en el talón de sus zapatillas, apoyaba su frente sobre las palmas de sus manos. Sus codos ejercían presión sobre sus rodillas y pese a que estaban durmiendo sus piernas, se mantenía en dicha posición.

¡Un inútil! Así le trataban fuera donde fuera. Había sido así desde la guardería. ¿Qué era un chico sin quirk en una sociedad donde la mayoría tenía un don? De niño, lloró tantas noches al ser consciente de que su sueño de convertirse en héroe jamás se vería cumplido. Ese dolor debió mitigarse con los años, no obstante, no funcionó. El tiempo no curaba todas las heridas aunque se empeñasen en decirle lo contrario.

Escondido en ese pequeño almacén donde guardaban utensilios médicos, intentaba acordarse de la sonrisa de los niños y la educadora. Ellos sí le habían agradecido sus servicios cuando el resto de médicos les había ignorado, en cambio, ahora que ya se habían marchado, mientras todos los demás trabajaban, él se encerraba allí.

Había ido adrede al escuchar lo del atentado del villano para ayudar al resto de sus compañeros y, sobre todo, a los que necesitasen atención médica. ¡Ni siquiera servía para eso! Sus propios jefes le hacían a un lado como un desecho. Sin duda alguna, hoy era uno de los peores días de su vida.

El chirriante ruido de la puerta se escuchó cuando ésta se abrió. Alguien entraba, pero él no se inmutó. Seguramente era algún enfermero que venía a recoger apósitos o jeringuillas para algo. Era lo normal.

La luz del pasillo llegó hasta sus zapatillas y sus ojos medio abiertos se fijaron en el color rojo tan característico de ellas. No tenía fuerzas para elevar la mirada, ni para discutir con otros compañeros. De todas formas, ellos pasarían de él. Alguien con quirk jamás sería consciente del sufrimiento que cargaba alguien de su clase.

— ¿Por qué te escondes?

La profunda voz del héroe le hizo reaccionar. Sin duda era la voz de Bakugo y reconocerla no hizo más que empeorar la sensación que tenía de inutilidad.

— Sólo... necesitaba un momento a solas – susurró Izuku.

— No es cierto. Te estás escondiendo.

— No deberías estar aquí. Esta zona es sólo para personal médico.

Bakugo no pareció hacerle caso. Al principio, Izuku creyó que no le había escuchado, más cuando vio que Bakugo accedía al interior con un resoplido, cerraba la puerta tras de sí y se sentaba a su lado en el suelo.

— He dicho que esta zona no...

— ¿Vas a dejarles ganar? ¿Así sin más? ¿Les das la razón?

— ¿De qué hablas?

— Tus superiores creen que eres inútil. Lo he visto. ¿Y ya está? ¿Te rindes? Creía que no eras de los que se rendían tan fácilmente. Puede que me haya confundido.

— No puedo hacer nada. Ellos no quieren que atienda a los pacientes que llegan...

— No dan abasto y debería importarte una mierda lo que digan. Eres médico, ¿no?

— Estudiante de medicina. No me he graduado aún.

— Da lo mismo, sabes de medicina y a ellos les falta personal para esta situación. Estás aquí y puedes marcar la diferencia. Quizá no para ellos... pero sí para tus pacientes. Esa mujer te dio las gracias y he visto la sonrisa de esos niños cuando se marchaban. ¿Querías ser un héroe? Para ellos lo has sido. No creo que debiera importarte nada más.

Destiny (Bakugo-Deku)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt