Capítulo 4: El estudiante

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Shoto miraba con su inexpresividad habitual a su compañero. Justo en la taquilla a su lado derecho, Bakugo se cambiaba a su traje de héroe pese a que el médico había sido muy claro exigiéndole descanso absoluto.

— Deja de mirarme así, mitad-mitad.

— No me parece adecuado que trabajes.

— ¡Muérete! No eres mi jefe.

— El jefe te dirá lo mismo en cuanto te vea.

— Eres muy pesado. Eres como mi madre.

El rostro de Shoto reflejó la confusión absoluta. No entendía a qué quería referirse con esa frase. Él no era una mujer, ni su madre, ni se parecía en nada. Miró su cuerpo como si éste fuera a transformarse en una chica por arte de magia. Bakugo, al ver a su compañero tan perplejo, suspiró. ¡Shoto nunca pillaba las indirectas ni las bromas!

— Es una manera de hablar, idiota. Quería decir que mi madre también me repite la misma cantinela que tú me estás dando hoy.

— ¡Ah! Vale. Entonces... ¿El médico también es como tu madre?

— Cállate. Los tres sois igual de pesados.

Con eso en mente, Bakugo cerró la taquilla metálica de un portazo y se dirigió hacia la salida de los vestuarios con el antifaz en la mano. En la agencia todos le conocían y, por tanto, moverse por todo el edificio sin el antifaz era un alivio.

Cuando llegó al pasillo, Shoto salía tras él con su uniforme de héroe en perfecta revista. Él no llevaba antifaz nunca, ni siquiera cuando salía, pero claro, todos le conocían como el hijo de Endeavor, nadie en su sano juicio se atrevería a enfrentarse a un héroe como él. En cambio, Bakugo debía proteger su identidad por su familia. Ellos no eran héroes, ni querían serlo pese a sus quirks.

Quisiera reconocerlo o no, Shoto era su mejor amigo en esa agencia pese a sus malas dotes comunicativas. Ese chico tenía un trágico pasado que intentaba superar a su manera, pero no era eso lo que le afectaba a Bakugo cuando lo veía, sino saber que nunca disfrutó de su infancia. Por eso mismo, intentaba tener paciencia con él cuando no entendía las bromas o las indirectas. Shoto no era bueno socializando y una de las cosas que peor le sentaba era que le tratasen como si fuera idiota en algunas ocasiones donde no entendía a la sociedad o sus juegos de palabras.

— Ey, Todoroki — suspiró Bakugo.

— ¿Sí?

— Esta noche he quedado con Kirishima para ver el partido de béisbol en mi casa. ¿Te quieres venir?

— ¿Es una de esas reuniones obligatorias sociales a las que me haces acudir?

— Es voluntaria — se quejó Bakugo. Shoto sonrió.

— Era una broma.

— ¿Has bromeado? No puedo creérmelo. Entonces ¿qué? ¿Vendrás o has quedado con tu ligue de anoche? Ése al que le diste plantón por venir a buscarme. Quizá se ponga celosa por mi culpa.

— No es celosa y entendió que fuera a buscar a mi compañero. Iré a ver el partido con vosotros.

Si algo le gustaba a Bakugo era pinchar a Todoroki con el asunto de la novia que nadie conocía. Algunos pensaban que Todoroki fingía o mentía sobre tenerla, Bakugo, en cambio, creía que era verdad. Al mitad-mitad se le daba fatal mentir. Él lo sabía bien.

— Por cierto, yo de ti me pondría el antifaz — susurró Shoto hacia su amigo al ver que bajaba del ascensor un chico joven que no era de la agencia. Bakugo se apresuró a ponérselo.

Destiny (Bakugo-Deku)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant