♧N°34♧

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Aquel roce
en el club
con ese
pecado ardiente.

Dios, la mejor noche.

Mi vicio bailaba en minifalda
a mitad de la pista
bajo el cielo estrellado,
ignorando como brillaba su pecho... y sus muslos.
La escena gritaba: ¡Emboscada!
Y el magnetismo asintió, calentando sus ideas con un trago seco.
Casi con lascivia, se llevaba las manos a su melena negra, agitándola como se haría con una bandera, aunque en esta ocasión sin cantar paz... no, pactaba sin hablar.
Y cuando sus dedos abrazaron
su cuello, que se arqueaba deliciosamente, mis ojos
firmaron el trato.

Las castañuelas resonaron abruptamente,
poseyendo sus movimientos.
A lo lejos las olas rompían con suavidad, otorgándole el protagonismo al meneo osado
de esas caderas.
La multitud se dispersaba, dejando a unos cuantos.
Claro, pocos toleraban altas dosis de intensidad.

¿Qué pasa con todos los seres humanos al enfrentarse a algo que se escapa a su dominio?
Exacto, eso tan potente los controla sin querer.
Muchos solo tienen a sus palabras para defenderse, y en ocasiones, estas son insuficientes...
Pero todos tenemos a nuestro cuerpo, quien contra todo pronóstico, y a escondidas, pronuncia líneas memorables.
Todos sabemos qué esconde el mirar unos labios con fijeza.
Conocemos el mensaje encriptado de una mano dulce enrrollándose en un mechón de cabello.
Y de la energía radiactiva que despiden ciertos abrazos todos nos hemos contagiado.

Luego de una pirueta sensual
su brazo se extendió en mi dirección.
Y por inercia, acabé por sostenerla entre movimientos rudos que se reducían a la más sublime suavidad en cuestión de segundos.
En un paso la agarré al sentir que se dejó caer hacia atrás.
Dios, qué escena tan mitológica.
Su belleza de Afrodita encarnizaba a esos pequeños detalles denominados como hermosos.
Y, probablemente ella no sabía que su espíritu era como el de Atenea, armando una estrategia para tumbar mis defensas sin perder el brillo sabio de su mirada.
Y esta suprema emoción se impregnó en mi sangre al regresarla a mi cercanía, los aplausos hacían coro de fondo y el público que realmente se llevaba mi interés me analizaba con una sonrisa ladeada.

"¿Te gusta bailar?" interrogó en un ronroneo.
"Me gusta expresarme... bailar así es un murmullo decente de cómo me gustaría hacerte sentir" respondí, liberándola de mi tacto.
Esos ojos acaramelados lucieron tiernos al entrecerrarse confundidos.
"¿No quieres tocarme? Creí entender otra cosa..."
Niego, cambiando el ángulo de mi rostro al tenerla tan próxima a mí.
Carajo, su rostro ocultaba tanto.
Fascinante.
"Las manos fueron hechas para palpar el exterior... aún así no las necesito para sentir que tu piel se contrae y calienta mientras oyes mi voz, ni para notar que tu pulso martillea en tu cuello o que tus piernas tiemblan.
Tú eres un libro. Y solo necesito a estos ojos que te leen completamente fascinados".

Anda bebéeeeee, abre esa boquita por la impresión😉 que éste está ARDIENTE, NENA.

Att: S

Of tears and broken soulsWhere stories live. Discover now