Capítulo 1

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Nunca creyó que podría sentirse tan asfixiada en aquella maldita ciudad, pero así era. El rastro la había llevado hasta la corrupta Gotham.

Sentada en el alféizar de la ventana, podía ver la vida criminal de la ciudad desenvolverse frente a sus ojos, en la esquina unos chicos vendiendo drogas, en el callejón justo debajo una prostituta ejerciendo su profesión con maestría, el tipo del departamento de al lado era con casi absoluta seguridad un agresor sexual y así podría seguir toda la noche, como con aquel chico que acababan de apuñalar en la esquina por su mercancía. Una parte de ella a la que prefería no escuchar la mayor parte del tiempo, le decía que podría ajustarse a vivir allí, aquella ciudad del pecado podía ofrecerle otra clase de libertad.

–Cazar para vivir, o vivir para cazar ¿cierto, padre?– murmuró, las largas ondas de cabello negro se movían ligeramente, su figura de piel tan pálida que parecía enferma contrastaba aún más contra el pulóver y shirt oscuros.

Unos golpes en la puerta, frenéticos, desesperados que se mezclaban con una aguda voz infantil y el llanto de un bebé; ya sabía de qué iba el problema, no era la primera vez y tampoco sería la última si no hacía algo al respecto.

Bajo del alféizar con pies descalzos,
tomó un cuchillo de la encimera, y abrió la puerta, dirigió una mirada fugaz a la niña para indicarle que entrara, la pequeña lo hizo llevando a su hermanito en brazos y cerró la puerta tras ella. La joven sólo continuó su camino, dos puertas más abajo a lo largo del pasillo, la puerta estaba abierta, los gritos y los golpes se escuchaban en todo el pasillo pero nadie más saldría, a nadie más le importaba una mierda que en el 4D estuvieran dándole una paliza a la madre de dos niños.

Cuando entró, el hombre sujetaba a su “querida esposa” por la cabeza, golpeándola contra el piso repetidamente, la mujer miró a la recién llegada con el rostro cubierto de sangre cuando él detuvo los golpes.

La trigueña se abalanzó sobre el atacante, pateándolo de lleno en las costillas, haciéndolo soltar a su víctima y quedar boca arriba en el suelo.

–¡Perra! ¡Tú otra vez!– él agarró el tobillo de la chica e intentó hacerla caer, pero ella pateó el abdomen del hombre dejándolo sin aire, repitió la acción ésta vez en el rostro rompiéndole la nariz y la mejilla.

–Levántate–ordenó retrocediendo dos pasos – sabes cómo va esto, o sales por tus propios pies o te saco a patadas.

El "esposo del año" se levantó, tenía cerca de cuarenta años, sus jeans gastados y su camiseta estaban sucios y embarradoss de sangre tanto suya como de la otra mujer, al igual que los puños.

La chica aumentó ligeramente su agarre sobre la empuñadura del cuchillo cuando el hombre que le sacaba más de una cabeza, casi el doble de ancho y que apestaba a sudor, cigarrillos y alcohol barato pasó por su lado.

–Carrie– dijo la mujer en el suelo, el rostro desfigurado por los golpes, el cabello rubio sucio y manchado de sangre.

–Aún puedes hablar, entonces no rompió tu mandíbula esta vez– contestó en tono monocorde mientras regresaba hacia la puerta– los niños se quedan en mi departamento.

Salió al pasillo, ya no quedaba rastro de su vecino así que se encaminó a su propia puerta.

Ésta vez al menos no puso resistencia, la última vez había tenido que dejarlo inconsciente y arrastrarlo escaleras abajo y fuera del edificio.

En su departamento, la pequeña esperaba abrazada a su hermanito de apenas tres años, ambos rubios al igual que su madre, ella de apenas ocho años tenía que salir huyendo cada vez que su padre decidía que estaba harto de algo y comenzaba a pegarle a su esposa, también había pegado a la niña pero cuando Carrie lo amenazó con alterar la zona sur de su anatomía de manera irreversible, dejó de hacerlo. La madre tampoco era de ayuda, la mitad del tiempo estaba drogada y la otra mitad borracha, era un milagro que los niños fueran bastante saludables quitando la mala nutrición.

BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora