Capítulo 8

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Carrie salió del salón tan rápido como pudo, no esperaba ver a Rachel allí, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se habían visto pero estaba segura de que era ella.

Esperando fuera de la entrada había un chico joven, trigueño de ojos verdes y cara de pocos amigos esperando recostado a una moto. Incluso su pose aparentemente relajada denotaba años de disciplina y entrenamiento.

Un depredador reconoce a otro.

El chico era peligroso. Tendría que esperar para "consultar" algunas dudas con el profesor. De momento sus opciones eran, esperar allí y correr el riesgo de volver a cruzarse con Rachel ó alejarse de allí.

Sintió la mirada del chico sobre ella.

Esperar en otro sitio, será.

...

El profesor Robert Strauss entró en su departamento, si es que podía darse semejante título al polvoriento y desordenado espacio en que llevaba a cabo su vida diaria, sin sospechar que su invitada lo esperaba envuelta en la oscuridad.

Apenas cerró la puerta, alguien lo empujó con fuerza contra la madera, sus pulmones se quedaron sin aire por un instante, uno de sus brazos estaba torcido a su espalda en un ángulo casi imposible y una mano lo sostenía por la nuca, podía sentir como algo atravesaba su piel.

-Vaya, vaya, profesor- la voz de la mujer sonaba como una fiera a puto de lanzarse a su presa- tardó bastante en regresar.

-¿Quién...?

La mano en su nuca rápidamente lo agarró del cabello y estampó su cabeza contra la puerta. Su vista se puso negra y solo escuchaba un pitido retumbar en sus oídos.

-Cada día que paso en esta maldita ciudad me encuentro más gente podrida.

Strauss sintió cómo la extraña lo agarraba por el cuello de la camisa y lo arrastraba por el apartamento, trató de forcejear para liberarse pero en la absoluta oscuridad sólo logró golpearse con cuánto mueble había en el camino.

En algún punto su mente reconoció el recorrido, especialmente cuando escucho el chirrido de la puerta que daba a su sótano, un click le avisó que ella acababa de prender la luz.

-Hace unos minutos estuve allá abajo. Eres un cabrón pervertido.

Bastó un ademán de la mujer para que el aterrado profesor rodará escaleras abajo como un muñeco de trapo.

Su cuerpo gritaba de dolor por los golpes pero de alguna forma logró arrodillarse y mirar alrededor, bajo la luz amarilla estaba su refugio, su lugar favorito en el mundo. Allí debajo era rey y señor, tenía absoluto control.

Hasta que escuchó los tacones resonar en los escalones de madera, su cuerpo comenzó a convulsionar, su fuerza de voluntad pareció esfumarse en cuanto vio la figura femenina descender las escaleras, el cabello negro como la noche y esa mirada helada que se clavaba en él con desprecio y burla.

-¿Qué? ¿No tan valiente ahora? Mira alrededor.

El hombre permaneció con los ojos fijos en el suelo.

-¡Dije mira alrededor!

El sótano no era muy grande, las paredes estaban pintadas de negro, en las laterales colgaban ganchos, sierras, punzones, cadenas, todos organizados al milímetro. En el centro de la habitación había una silla, los brazos tenían correas de cuero y las patas estaban fijas al suelo, junto a ellas un par de grilletes con las cadenas también incrustadas en el concreto. Y en la pared del fondo, decenas de fotos de chicas, todas rodeando de los diecitantos a veintitantos años, en algunas sonriendo, en otras destrozadas y ensangrentadas, sus ojos nublados y desesperados, todas atadas a esa silla.

BrujaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora