16. Paraíso

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Bambam despertó, no podía ver nada, sus ojos estaban vendados, sentía sangre escurrir por su rostro, el dolor que se expandía por todo su cuerpo era inexplicable, en especial su garganta. Trató de moverse, pero sus manos estaban atadas a su espalda. Escuchó un quejido cerca de él.

—¿Quién anda ahí? —dolía hablar.

—¿Bam? —percibía el dolor en aquella palabra.

—¿Quién eres?

—¿Bambam, eres tú? —el rubio se paralizó al oír esa pregunta entre quejidos, reconocía aquella voz herida, sus ojos lastimados por el agarre de la venda se humedecieron.

—¿Yugyeom? —preguntó con temor.

—¡Bambam! —dijo el coreano con fuerza, después tosió.

—Cariño, ¿dónde estás? No puedo ver nada.

—Tampoco puedo ver —su voz sonaba más adolorida que la del rubio.

—No puedo zafarme, estoy atado —dijo tratando de mover sus manos bruscamente en vano— ¿Y tú?

—Ni siquiera puedo intentarlo, también estoy atado —se quejó.

—¿Puedes moverte?

—Me duele mucho el abdomen, Bambam, creo que... —hizo una pausa y comenzó a llorar—Dios, está sangrando.

El corazón del rubio se rompía con cada lamento de Yugyeom, ambos estaban lastimados, era mejor no cuestionarse cuál sería su destino.

—No te esfuerces, me moveré hacía ti. Sígueme hablando, por favor.

El joven Myoui tomó todas las fuerzas que pudo, moviendo sus piernas en busca del contacto de Yugyeom. Su pie chocó con el del coreano, se encontraba delante de él recargado en la pared.

—Auch —se quejó el pelinegro.

—Lo siento, te encontré.

Bambam trató de moverse, pero perdió el equilibrio y su cuerpo cayó al suelo, sintiendo cómo su pecho golpeaba con el frío concreto, el dolor era como si tuviera enterradas mil cuchillas. Era insoportable, pero necesitaba estar al lado de Yugyeom.

—¡Ah!

—Cariño, ¿Estás bien? —preguntó al escuchar el golpe y quejido.

El rubio tragó saliva, apretando la mandíbula, cerró los ojos con fuerza, Yugyeom estaba asustado, Bambam debía protegerlo, no se daría el lujo de verse frágil. Soportando el dolor habló.

—Sí, sólo un pequeño tropiezo, no es nada —dijo con la respiración entre cortada comenzando a arrastrarse por el piso.

Cada roce provocaba que su cuerpo temblara, la venda ya estaba mojada por las lagrimas que brotaban, mordía su labio para evitar hacer algún quejido que preocupara a su novio.

Yugyeom se apoyaba de la pared, con sus manos entumidas y amarradas a su espalda, su nariz ardía aún más que antes, sentía el sabor de la sangre por sus labios rotos, pero no se comparaba con el sufrimiento que le causaba su abdomen, pues ardía mientras sentía liquido escurrir por el, no tenía fuerzas.

—Bambam, duele mucho —se quejó.

—Lo sé, tranquilo, estaremos bien.

—Sabes que no —dijo entre llanto.

—Estamos juntos, Yugyeom, estaremos bien —dijo con dulzura.

—Esta vez no puedes ser optimista.

The Reason Why [Michaeng]Where stories live. Discover now