24. Yoo Jeongyeon

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—Ambas teníamos 18 años cuando nos conocimos —comenzó a narrar Nayeon— Yo solía ser una adolescente berrinchuda, ella era hija del Señor Yoo, el herrador que trabajaba para mi padre.

...

La señorita Im debía prepararse para ser correcta, elegante, simpática y amable, las cualidades de una esposa de la clase alta en Suwon.

Por el contrario, sus deseos eran viajar, conocer otros lugares más allá de el sucio pueblo de Suwon, como ella le decía. Pero el señor Im poco a poco iba logrando arrebatarle sus anhelos, quería comprometerla.

No había nada extraordinario en la vida de Nayeon, hasta que Jeongyeon llegó.

Imposible olvidar el día que se conocieron. La mayor fue enviada al establo como castigo impuesto por su padre. Siempre usaba zapatillas y vestido, aquel día el lodo cubría todo el camino. Terminó sucia y lloriqueando.

Entonces apareció una joven rubia, con ropa sencilla, se notaba la clase a la que pertenecía, era la encargaba de cuidar a los caballos. Cuando miró a Nayeon, no dudó en burlarse. Por lo que obtuvo una mirada de desagrado por parte de la joven como respuesta.

Sería mentira decir que ambas se llevaron bien al principio. Para Nayeon era simplemente una sucia pueblerina; y ella para Jeongyeon, una niña mimada.

Cada vez que ambas estaban juntas lo único que hacían era pelear, pero comenzaba a volverse divertido, lograba distraerlas de la aburrida rutina.

Nayeon sin darse cuenta, comenzaba a portarse mal a propósito, siempre que faltaba a alguna lección la mandaban al establo, y adoraba eso, porque de esa manera podía pasar tiempo junto a Jeongyeon.

El día de su primer beso, Nayeon tuvo una gran discusión con sus padres, así que corrió al establo y cabalgó lejos en su caballo. No esperaba que una intensa lluvia comenzara, Jeongyeon fue a buscarla.

La joven Im se sentía débil, sin algún tipo de ánimo; esperaba que Jeongyeon se burlara. Pero regresaron al establo y la menor se quedó cuidando a la castaña. No fue necesaria alguna palabra de consuelo, simplemente se quedó callada tomando la mano de la contraria, y eso fue suficiente para hacerla sentir que no estaba sola.

La sensación que la menor le transmitía a Nayeon era tan cómoda que se acomodó en su pecho, pudo llorar y desahogarse sin sentirse juzgada, sin tener que fingir ser la perfecta señorita Im. Cuando alzó su mirada, los labios de Jeongyeon se juntaron con los suyos. Fue la primera vez que sintieron a la tristeza desvanecerse.

La madre de Jeongyeon falleció en su parto, por lo cual su única familia era su padre. La relación de ambos era admirable, ella trabajaba con gusto para ayudarlo económicamente. Su sentido del humor era pésimo, pero siempre lograba robarle sonrisas a la castaña.

Comenzaron una relación de amantes cómplices, manteniéndose escondidas y tratando de no levantar sospechas. Pero no funcionó, un día el señor Yoo las descubrió. El miedo se apoderó de ambas, pero padre de Jeongyeon era diferente a cualquier hombre que Nayeon hubiera conocido.

Él amaba a su hija, y a cualquier cosa que la hiciera feliz, así que las apoyó. Empezó a tratar a la joven Im como si fuera parte de su pequeña familia. Ella los visitaba en su casa, dejó de importarle su estatus, y se dió cuenta que el valor de las personas no dependía del dinero o un buen apellido. Realmente Nayeon se había enamorado.

Jeongyeon era juzgada por su trabajo rudo, usaba pantalones porque de esa manera era más sencillo para ella limpiar el establo. Cuando la mayor comenzó a visitarla, los rumores comenzaron.

The Reason Why [Michaeng]Where stories live. Discover now