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FINGIR


Las palabras de Dhaxton me dejaron pensando el resto de la tarde hasta que mi auto llegó. Y, una vez llegué a la academia, seguí pensativa. ¿A qué se refería exactamente con «estar ahí»? Supongo que por mi parecido a Agnes, pero siento que no lo dijo como si algo más hubiera pasado entre ambos.

Quizás estoy siendo muy paranoica o dándole una mayor importancia de la que merece, después de todo, Dhaxton no estaba dentro de sus cinco sentidos.

Luego de emitir tal comentario se quedó como un cachorro mojado bajo el edredón, con los ojos cerrados y suspirando de vez en cuando. Aunque la fiebre bajó, seguía luciendo débil. No me quedé demasiado a su lado, quería reflexionar sobre la carta, buscar alguna pista entrelíneas, por eso decidí marcharme cuando por fin el sueño lo venció.

Ya en la academia, con mi cabeza enredada en preguntas y deducciones que no llegaron a conclusión alguna, decidí comparar la carta de despedida de Seth y la de Dhaxton. Definitivamente, la letra es la misma, de eso no me cabe dudas. Lo que las diferenciaba —además del sentimiento con el que Agnes la escribió, es que la de Seth es más fluida y amigable, se puede ver que fue escrita con tiempo, respetando las líneas y espacio. La de Dhaxton parecía una nota de aviso que se deja al salir deprisa, como si el tiempo se le estuviera agotando o no deseara escribirla. No soy grafóloga, pero aspiro a ser una artista y conozco las diferencias entre trazos, líneas y puntos.

Puede que la carta de despedida hacia Dhaxton fuese la última que Agnes escribió. Él dijo que tenía más, y todas con «te odio». Tal vez a Agnes se le agotaba el tiempo...

Me la imagino escribiendo la carta rápido, con su mano temblorosa presionando las hojas, en una mesa inestable y el piso regado de papeles arrugados que se quedaron en los intentos de una despedida.

—Buenos días, chicos.

El profesor Stan entra a la sala. Hoy luce serio, con los ojos azules sombríos y su imponente aspecto intranquilo. Deja su maleta sobre la mesa, va al centro de la pizarra y recorre con su mirada inquisidora el salón.

El silencio es absoluto.

—Dentro de poco darán los resultados del concurso Le Jardin. ¿Quiénes de aquí participaron? —Levanto la mano al instante, mientras mis compañeros no lucen muy decididos a anunciar que forman parte de unos premios tan exigentes. Entre ellos está Grey, con la que cruzo miradas—. Corren rumores que el posible ganador o ganadora de Le Jardin es alguien de esta academia. De ser ese el caso, se me ha solicitado ser su representante. La academia pagará cualquier gasto que signifique recibir el premio y el prestigio de ganar...

Mi estómago se revuelve el instante rápido en que la mirada del profesor recae en mí.

Tengo el presentimiento de que sus palabras van dirigidas a mí. Quiero creer que la academia ya fue informada del ganador pero no puede decirlo hasta que las personas encargadas del concurso lo anuncien.

Pero tengo la sensación de que esto va dirigido a solo una persona en esta sala: yo.

Espero no estarme ilusionando en vano.

Una vez finaliza la clase y el timbre suena, soy la primera en tomar mis cosas y salir de la sala. Afuera el pasillo comienza a llenarse y la música que busca inspirar a los estudiantes, se pierde por las voces y los cuchicheos sobre la lluvia. Entre sus figuras logro divisar a Solange. Ella también se percata de mi presencia; su paso de pausa un momento y sus labios se abren en un intento triste de saludo, pero volteo en otra dirección antes de escucharla. Tengo que mantenerme firme con lo que dije, aunque sigue siendo doloroso.

INTENCIONES OCULTAS  EAM#2 | PRONTO EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora