Capítulo Once

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—H... hola. —La mira con incredulidad por unos segundos.

—Hoy el grupo estuvo un poco intenso ¿Verdad? Óscar puede ser un poco dramático a veces, aunque su intención es ayudarnos a todos —dice, refiriéndose al líder del grupo.

—Sí, fue... raro. —Ulises se siente más intranquilo que de costumbre. Esa chica le resulta intimidante.

—Veo que eres un hombre de pocas palabras, eso es atractivo. —Todo su cuerpo se eriza al escucharla decir eso.

—Aquí están sus cervezas. —Los interrumpe el bar tender. Ambos toman su jarra y le dan un sorbo.

La chica continúa dándole miradas penetrantes, sonriéndole en cierto punto, inclusotoca su mano. Ulises sabe que le está coqueteando; no es la primera vez que una chica lo hace. Le ha pasado con chicas que solo se burlaban de él y con otras que solo buscaban a alguien con quien acostarse para cerrar con broche de oro una noche, estando tan ebrias que no le importaba quien podría ser el afortunado. En ambos casos simplemente se ha ido del lugar dejando a las chicas concentradas en otro objetivo, pero ella tiene un aura tan atrayente y magnética que le es imposible moverse de su asiento.

—¿Por qué vas a ese grupo? —No sabe si es el gran sorbo que le dio a su cerveza lo que le hace tener el valor de preguntarle eso, pero en verdad siente curiosidad— No creo que alguien como tú pueda tener problemas para tener a cualquier persona a su lado.

—Wow, y yo que pensé que eras un chico tímido— le dice con una sonrisa. Bebe más cerveza antes de contestar—. Todo el mundo sufre por amor, Ulises. Es una ley de la vida.

—Al parecer así es.

—Dime como es ella.

—¿Quién?

—La chica que amas.

—Es actriz y también bailarina. Es muy hermosa, pero no es solo eso lo que me atrae de ella, es su alma bondadosa, su espíritu libre... nunca me he sentido así con nadie.

La mujer escucha cada palabra con atención, sin apartar la vista de él, mientras bebe su cerveza.

—Es hermoso todo lo que dices, tanto que has logrado excitarme ¿Qué tal si pagamos las cervezas y nos vamos a tu casa?

Ulises casi se atraganta al escucharla decir eso.

—Oye... no creo que eso sea una buena idea, ni siquiera nos conocemos –alega.

Con una sonrisa se acerca a él hasta estar a muy pocos centímetros de su rostro.

—¿Qué no sabes que la mejor forma de consolar un corazón roto es acostándote con alguien que no conoces? —susurra—. Incluso puedes imaginar que soy ella y hacerme todo lo que has soñado hacerle.

El chico no tiene palabras, la voz de Verónica es hipnotizante. Aún sigue pensando en Diana, pero al verla directamente a sus verdes ojos siente que debe hacer todo lo que ella le diga, como si ejerciera alguna clase de poder sobre él. Saca el dinero de su bolsillo para pagar las cervezas y lo deja sobre la barra. Ambos salen del bar y caminan hasta el estacionamiento.

—¿Iremos en tu coche o en el mío? —pregunta ella.

—No tengo coche —responde. Ella alza una ceja inquisitiva, por lo que él siente debe explicarse—. Bueno, en realidad si tengo, pero odio conducir, así que no lo uso.

—En el mío será entonces. —Concluye Verónica.

En cuanto abre la puerta del apartamento y enciende las luces, Ulises empieza a arrepentirse de haberse dejado sugestionar por la seductora mujer que entra detrás de él. No es que le preocupe que pueda ver algún desorden, pero es la primera vez que lleva a una mujer allí y se siente nervioso e inseguro. ¿Qué tal si es una trampa? ¿Y si solo quiere robarle?

El club de los amores imposibles (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora