Capítulo Dieciséis

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-Escribí una carta donde expresaba todos mis sentimientos y la dejé en su escritorio. Sé que es casado y que nunca me corresponderá, pero me siento mucho mejor ahora que lo sabe.

Ulises escucha atentamente el relato de la chica que está enamorada de su jefe y le aplaude, sin muchas ganas cuando toma asiento y ve que todos lo hacen. Óscar se pone de pie y empieza hablar sobre la importancia de expresar los sentimientos o estos pueden destruirnos poco a poco. Todos lo miran cómo a una especie de gurú, cómo si fuera un zar del amor. A él le parece un charlatán, un perdedor al igual que todos ellos.

-¿Por qué seguimos asistiendo a esto? -susurra la pregunta al oído de Verónica para que nadie más lo escuche.

-Nos hace bien estar aquí, Óscar nos reconforta -contesta ella.

Él no está muy de acuerdo con la última parte, pero sí debe admitir que saber que no está solo, que hay más personas como él, solas y rechazadas, lo hace sentir mejor. Además, por alguna razón que no entiende, a Verónica le gusta estar allí, tanto que lo ha estado arrastrado a ir con ella casi toda la semana.

Su rutina diaria es observar a Diana, pintarla a escondidas, ir al grupo para ver a Verónica, regresar juntos a su casa, tener sexo y luego hablar de Diana y mostrarle las pinturas que ha hecho. Esa noche, después del grupo, fueron a su casa a ver una película. Mientras comen palomitas, Ulises, observa atentamente a Verónica.

-Talvez deberíamos darnos una oportunidad juntos... e intentar olvidar a Diana y al otro sujeto -dice de repente.

Ella se voltea a verlo rápidamente y lo mira como si acabara de decir la blasfemia más grande de todos los tiempos. Sin decir una palabra levanta su mano y lo abofetea con furia.

-Tu corazón y el mío ya tienen dueño. Si estás dispuesto a rendirte y olvidar tan fácil entonces no eres quien yo creí -le dice en un tono tan frío y amenazante que lo hace sentir miedo por un segundo.

En realidad, lo dijo como una broma, pensaba que al escucharlo ambos estallarían en carcajadas; jamás espero una reacción como esa, y mucho menos que después de eso comenzara a besarlo y tocarlo hasta que terminaron haciendo el amor.

Al día siguiente el ruido del despertador hace que Ulises se levante de la cama tan rápido como puede y corra a la ducha

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Al día siguiente el ruido del despertador hace que Ulises se levante de la cama tan rápido como puede y corra a la ducha. Regresa a la habitación para vestirse y se da cuenta de que la chica que había dejado dormida ahora está despierta, mirándolo con curiosidad.

-¿Adónde vas con tanta prisa?

-Tengo cita con mi psiquiatra -responde evitando mirarla a los ojos.

-Oh... -Fue todo lo que dijo antes de volver a cubrirse con las sabanas y darle la espalda.

Ulises intenta no inmutarse y continúa vistiéndose. Conoce esa reacción. Sabía que algo así pasaría si le contaba que tenía que ir regularmente al psiquiatra. Por eso no le había dicho nada y no entiende como se le escapó; si antes no pensaba que era un fenómeno ahora es seguro que lo hará. Sale de su apartamento dejando a la chica sola. Otras veces lo ha hecho, por lo que no le preocupa. Ella se vestirá, se marchará y, esta vez, probablemente no volverá.

-Hola, Ulises, que bueno verte ¿Cómo estás hoy? -lo saluda el doctor Toledo después de llegar tarde

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-Hola, Ulises, que bueno verte ¿Cómo estás hoy? -lo saluda el doctor Toledo después de llegar tarde... otra vez.

-Hola, doctor. Estoy bien, gracias por preguntar.

El hombre enciende su computadora y empieza a anotar algo en ella. Ulises enfoca su vista en el cuadro de Van Gogh. Se siente tenso y esa pintura logra relajarlo, logra hacerlo perderse en su belleza, su textura, sus colores...

-Ulises, cuéntame cómo te ha ido estos días. ¿Algo nuevo que haya pasado desde la última vez que nos vimos? -La voz alegre de Toledo saca a Ulises de sus pensamientos.

-Yo... sí. He estado yendo al club, y conocí a alguien allí... es mi nueva amiga.

-Me alegra mucho escuchar eso, ¿cómo se llama tu nueva amiga?

-Su nombre es Verónica.

-Bien y, ¿qué puedes decirme de Verónica? ¿Cómo es ella?

Ulises no es tonto, sabe que el doctor lo está interrogando, talvez asegurándose de que sea alguien real y no un invento de su imaginación. Pero la verdad es que quiere hablar con alguien sobre ella, sobre lo que le hace sentir.

-Ella es hermosa, sensual, extraña, intimidante. Y sé que soy la última persona que debería decir esto, pero a veces creo que está un poco loca -confiesa con una sonrisa llena de amargura.

-Y ¿Qué hay de Diana? ¿Ya no piensas en ella? -pregunta el doctor luego de unos segundos de silencio.

-Sí, claro que sí. Verónica y yo solo somos amigos.

-Pero te acuestas con ella.

-Sí -admite, evitando la mirada del doctor.

-Te diré algo, en este mundo hay locura en todo, incluso en las cosas más hermosas; pero eso es lo que las hace interesantes, su locura. No la apartes de ti.

Ulises escucha atentamente las palabras de Toledo y simplemente asiente. Él no quiere apartar a Verónica. Le gusta tenerla a su lado, aunque a veces lo asuste un poco, pero es inevitable. Al final todos se alejan de él.

El Doctor termina de hacerle las preguntas rutinarias sobre su salud, y luego le da una receta firmada con la fecha extendida, para que pueda comprar más medicinas una vez que se terminen las que tiene. Ulises la toma y sale del consultorio. Al llegar a la calle ajusta sus lentes y cubre su cabeza con la capota de su abrigo. Hoy nadie irá debido a varias tuberías rotas que deben reclamar. Sin titubear, emprende su camino a la casa de Diana.

Camina por varios kilómetros sin sentirse realmente cansado hasta llegar a la casa de su musa, su única y verdadera musa. Escucha su voz a unos metros de distancia y termina lanzándose detrás unos arbustos en la acera para no ser visto. Ella pasa justo por su lado absorta en la música que emana de sus auriculares, vestida con leggins, tenis, un top deportivo y un gran bulto en su mano, sin percatarse de que él la sigue a solo unos metros de distancia.

Atraviesan varias calles y edificios hasta que Diana se detiene en lo que parece una escuela de danza. Ulises desea continuar siguiéndola todo el día sin ser detectado, pero la suerte no está de su lado. Un enorme perro negro sale de la nada y empieza a ladrarle. Él intenta alejarlo, pero el animal continúa hostigándolo hasta captar la atención de la chica, que voltea alarmada por los ruidosos alaridos.

-¿Ulises, eres tú?

El club de los amores imposibles (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora