CAPÍTULO XV

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¿Acaso es tan estúpido?

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Si retrocedemos un poco en el tiempo. Para la astuta mirada del hijo del destino, aquel omega que había sido condenado a morir y que por un raro milagro o por un siniestro plan sigue vivo, aquella exótica criatura que vivió tantos años en la calle, y vio y escucho miles de cosas, nada de lo que era Liz pasó desapercibido, desde lo miserable de su actitud para con la gente como su desesperada forma de ocultar su realidad.

Por casualidad la vio en una parada de autobús un día cualquiera en la que Carlos fue a recogerlo.

Cuando la omega la había rociado con su perfume fue Gina la que se quejó de la mezcla de perfume barato que percibió en Gulf aquella tarde cuando fue a rescatarlo de la burla de Liz.

Y tal como el pequeño Kanawut lo aclaro. Ha servido a la gente rica toda su vida, solo necesitaba ver el par de zapatos que trae puesto y puede adivinar con exactitud con que tipo de persona se está enfrentando.

Aunque cuando Carlos escaneo a Liz aquella tarde y lanzó los crueles comentarios ya no había duda para Gulf, el Alfa la había descubierto a la primera mirada y había hecho un comentario fugaz aclarando todas las dudas del menor.

Aquel alfa psicópata sabe mejor que nadie cuando una prenda es una copia y cuando es original, cuando una persona está engañando y cuando son tan inocentes que no son capaces de ver la realidad, para aquella oscura y astuta mirada nada pasaba desapercibido.

Kanawut prometió guardar el secreto de Liz, siente que no le incumbía, y no debía meterse en aquello; pero le molestaba que desprecie a diario a todos sus compañeros, le molestaba que no pase un solo día sin que la venenosa lengua de la joven hiera los sentimientos de algún sensible y acomplejado omega, hasta el punto de que éstas personas empieces a sentirse tan pequeños e insignificantes.

Pero el karma actúa como la ley de causa y efecto… El pecado hace su propio infierno y la bondad su propio cielo.

Liz fue llevada a prisión.
Las pruebas fueron contundentes; no había dudas ante los ojos de los jueces.
En éstas tierras lobunas, existe una poderosa ley sobre las parejas destinadas. Todo giraba entorno alrededor de éste poder inquebrantable.

Y que un omega vinculado y en proceso a ser reclamado por el Alfa que eligió haya sido agraviado de tal gravedad con intención de quebrar aquel vínculo; como la que Gulf enfrentó, se consideraba uno de los delitos más repulsivos.
Lo que Liz hizo realmente se consideraba un pecado capital; una abominación ante esta sociedad, y era una ofensa gravísimo al credo de la sagrada existencia de la Madre Luna.

Recurrir al celo de un omega, una situación en la que un lobo jamás podría defenderse e intentar usarlo a su favor sin miramientos fue realmente tan bajo que Liz quedó a los ojos de la sociedad híbrida como un ser despreciable.

El celo fue un obsequio sagrado, un lazo que mantenía viva todavía la unión entre la humanidad y los antepasados lobunos. Un momento en la que se pueden amar y procrear.
Era algo muy hermoso y mágico, hasta que fue señalado como perversión y lujuria; pues ya no eran días de celo con la pareja destinada, sino un cuerpo vacío que servía par dar y recibir placer, más no había amor… a menos que hayan sabido amarse a pesar de no ser almas gemelas.

El Alfa de Kevin realmente se sentía atraído por Liz, y el hombre mismo tenía cierto sentimiento por ella, intentó conquistarla, intentó comprenderla, intentó hacerla cambiar de mentalidad de invitarla a ser mejor persona y tener un poco más de respeto a los demás.
La defendió cuando sus amigos quisieron decirle lo que ella es realmente.
Pero el pedestal en la que la había puesto y adorado se había desmoronando el día que cayó en sus manipulaciones y todo los sentimientos que mantenía por ella se hicieron añicos. Se despreció porque sabe que casi había hecho un acto imperdonable.

HIJO DEL DESTINO. Hablemos de amor.        ☀️🌻Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt