CAPÍTULO XX

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Cállate!

🌻☀️


La puerta se abrió y los pasos ingresando al lugar dieron bienvenida a una nueva huésped.

Una lagrima entre los pliegues de las arrugas que trazaban el cansado rostro de María, delataron su alegría y agradecimiento;

Estaba en casa.

Una vieja maleta, grande y algo ajada fue puesta con cuidado sobre el piso de madera por el propio Mew, quien sonrió con ternura al mirar a su Omega abrazar a la vieja alfa.

Y ésta orgullosa criatura, tan vieja y tan casada, a pesar de su años seguía mantenía el orgullo de una alfa dominante y luchaba por ocultar sus sentimientos que en ese momento estaban a flor de piel.
Pero María tenía mucho por llorar. Ese día recibía una casa, uno del hijo que pudo haber tenido si tan solo hubiera encontrado a su Omega, un hogar que con aquella destinada pudo haber compartido. El hijo que había adoptado le había regalado un hogar. Si no es momento de llorar ¿Cuándo sería la adecuada?

Pero ¿Acaso no había renunciado a todo ello por ser una alfa que había perdido a su Omega? Al único ser que por años ha anhelado y orado por su regreso. Una oración acompañado de miles de súplicas y llantos mudos que jamás fue escuchada.
Y que por las noches, en el susurro lamentable, el corazón de María volvía a repetir; “Si tan solo supiera siquiera su nombre…”

La puerta se abrió nuevamente y fue Tizzi entrando como una eufórica niña para dar bienvenida a la que ella sola había adoptado como una nueva abuela.

—¡Bienvenida! –dijo con una alegría ostensible, se quedó parada a lado de su hermano y las manos inquietas, era a obvio que se estaba controlando— ¡Oh mi Diosa! Ten-tendré otra abuelita ¡que emoción! —chillo tapándose la sonrojada cara, sus feromonas alegres recorrieron con la brisa y tanto Gulf como Mew se miraron riendo de la niña alegre que se había vuelto aquella omega— ¡oh! ¡Lo olvidaba! Soy Tizzi, Tizziana pero me puedes llamarme Tizzi —se señaló con el dedo esperando que María le dé una pizca de señal de autorización y lanzarse ante un abrazo de bienvenida.

—Me llamo María —respondió la mujer y Tizzi parecía tener los ojitos cerrados por tan gigantesca sonrisa esperanzada, seguía esperando y la alfa sonrió enternecida— y supongo que tengo una nieta —concedió abriendo los brazos.

Tizzi chillo de alegría y correteó para ese ansiado abrazo. Mentalmente estaba celebrando haber conseguido otra abuelita, pues tenía una solitaria anciana como vecina a la que constantemente visitaba, ahora tenía dos.
Tizzi se sentía dichosa, sentía que cada día mejoraba su vida, ya nadie la asediaba, recibía el cariño que necesitaba y poco a poco empezaba a quererse nuevamente.

Mew atrajo silenciosamente a sus brazos dándole espacio a Tizzi y María.

Miró a Gulf a los ojos y le sonrió con amor. Realmente amaba a ese omega con tanta intensidad que sabe perfectamente que sin Gulf jamás podría conseguir lo que María logró hacer; sobrevivir sin su destinado.

Sin Gulf prefiere morir. Sin Gulf nada tenía sentido, o un propósito, sin su amado omega; seguir viviendo no sería una opción.

¿Sabrá Gulf que el universo de su Alfa gira entorno a él, y solo para él, que se volvió el eje de todo para la vida y supervivencia de Mew?

—Amor —susurro suavemente acomodando la cabeza para darle un suave beso en los labios—debo irme cariño, me adelantaré, la junta es de carácter urgente y es necesaria de mi presencia y la de mi mamá —explicó tranquilamente.

HIJO DEL DESTINO. Hablemos de amor.        ☀️🌻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora